domingo, 21 de octubre de 2012

Erwin Schrödinger y la ciencia griega

Shrödinger junto a un icono
aludiendo a su célebre paradoja:
el gato que, en superposición cuántica,
está a la vez muerto y vivo.

 Erwin Schrödinger (Viena, 1887-1961) obtuvo el premio Nobel de Física y fue uno de los formuladores matemáticos de la mecánica cuántica, pero aquí nos interesa principalmente porque ha sido uno de los pocos grandes científicos del siglo XX con suficiente talento filosófico como para reflexionar sobre los supuestos y límites de la ciencia, y lo suficiente perspicaz como para proponer su alianza y subordinación al humanismo filosófico.

En La naturaleza y los griegos (Tusquets, Barcelona, 2006, traducción y prólogo de Victor Gómez Pin) se recogen sus conferencias Shearman, pronunciadas en Londres en mayo de 1948, o sea, poco después del gran conflicto desatado por una de las mayores potencias tecnocientíficas que ha conocido la historia (la Alemania de Hitler) y que forzó a Schrödinger a abandonar Berlín y adoptar la nacionalidad irlandesa.

Demuestra en sus discursos una fina erudición sobre los presocráticos y una sincera admiración por los físicos jonios, a los que vuelve justificadamente en la esperanza de incrementar la intelección de la ciencia moderna. En lugar de llenar los huecos de nuestra comprensión de la naturaleza (physis) con dioses y titanes, aquellos griegos de Jonia o la Magna Grecia supieron que la superación de la ignorancia mediante la superstición o la fantasía elimina el imperativo de perseguir una respuesta racionalmente admisible. Con la crítica del antropomorfismo mitológico abrieron el camino al saber probado o, por lo menos, razonado.

viernes, 12 de octubre de 2012

LA SÁTIRA Y EL DIOS DE JENÓFANES

El rapto de Ganìmedes (Miguel Àngel).
Los dioses de la mitologìa padecen debilidades
"humanas, demasiado humanas"

Dios estremece todo con solo pensarlo

“Homero y Hesìodo han atribuido a los dioses todo cuanto es vergüenza e injuria entre los hombres, y narrado muy a menudo acciones injustas de los dioses: robar, cometer adulterio y engañarse unos a otros.
   Pero los mortales creen que los dioses han nacido y que tienen vestido, voz y figura como ellos.
   Pero si los bueyes, [caballos] y leones tuvieran manos o pudieran dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarìan los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a caballos, los bueyes a bueyes tal y como si tuvieran la figura correspondiente [a cada uno].
   Los etíopes [dicen que sus dioses son de nariz chata y negros; los tracios, que [tienen] ojos azules y pelo rojizo”…

sábado, 6 de octubre de 2012

El fragmento de Anaximandro


El nacimiento a los seres existentes les viene de aquello en lo que se convierten al perecer, ‘segùn la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia según la disposición del tiempo’.
Anaximandro de Mileto (siglo VI a. C.).

 Si Tales ha merecido el título de primer filósofo por su abandono de las fórmulas míticas, Anaximandro fue el primero del que tenemos testimonios concretos de que hizo un intento comprensivo y detallado por explicar todos los aspectos del mundo de la experiencia humana (Kirk y Raven).Teofrasto –discìpulo de Aristòteles y continuador suyo en la dirección del Liceo- llamó a Anaximandro “sucesor y discípulo” de Tales, y la tradición doxogràfica[1] posterior lo hizo también su pariente, compañero, amigo o conciudadano.

El texto que comentamos pasa por ser uno de los más antiguos de la historia de la filosofía (y de la ciencia) que se nos han conservado. La cita procede de la Física de Simplicio, un neoplatónico bizantino (490-560) que debió emigrar a la Persia de los sasánidas cuando Justiniano I cerró la Academia con sus Edictos contra el paganismo en 529. Seguramente, Simplicio toma su cita (las palabras entre comas simples) de una versión de la historia de la filosofía procedente de Teofrasto (371-287), en el contexto de un análisis peripatético del principio material (perì  arjês). Sin duda, los presocráticos no hacían distinciones entre material y formal. Y esa consideración de su física como materialista es una interpretación peripatética sesgada. No creo que Anaximandro pensase su famoso to apeiron (lo indefinido o ilimitado) como un principio exclusivamente “material”.