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“¡Oh
hermanos míos, hay mucha sabiduría en el hecho de que exista mucha mierda en el
mundo!” Así habló Zaratustra en “De
las tablas viejas y nuevas”, 14.
En su ensayo sobre Freud[1],
Paul Ricoeur acuñó el nombre Escuela de
la Sospecha para referirse a la tríada Marx-Nietzsche-Freud. Los tres
pensadores estarían unidos por algo más que su cultura alemana y su proximidad
temporal, se entregaron a parecida labor de “desenmascaramiento” filosófico:
deseaban poner al descubierto las mistificaciones y oscuras motivaciones del
idealismo, del moralismo, de la falsa consciencia burguesa.
La expresión de Paul Ricoeur tuvo éxito porque Marx,
Nietzsche y Freud dieron el golpe de gracia a la filosofía clásica, firmaron su
partida de defunción, desataron definitivamente el nudo que vinculó con la
metafísica a cien generaciones de filósofos.