Antonio Jiménez Lamarca, estudiante de Cou
Hago caso ahora de la orden que me di en una anotación de 1993: “compara la posición del sofista Critias con la de Carlos Marx a propósito de la función social de la religión”. Hoy hablaría más bien de la “función política” de la religión.
El texto de Critias, uno de los escasos fragmentos que han conservado los doxógrafos de su desaparecida obra Sísifo, me sigue pareciendo extraordinariamente relevante:
«Hubo una época en que la vida de los hombres era desordenada, sometida a impulsos brutales; en ella no había recompensa para la virtud ni castigo para el malvado. Entonces los hombres inventaron las leyes para que prevaleciera la justicia. Pero con ello no se impedía que los crímenes se cometieran en secreto. Por ello alguien, muy sabio e inteligente, descubrió el temor a los dioses para contener la perversidad, amedrentando a los malvados».
Lo mismo podría haberse justificado la religión, o postularse la existencia de Dios, como garantía de una recompensa para el virtuoso, según el principio de esperanza, que como seguridad de un castigo para el malvado, según el principio del temor.