Mestrio Plutarco (Πλούταρχος) de Queronea (Beocia)
|
Puede que Plutarco de
Queronea (h. 46-120) fuese amigo del emperador Trajano, o tal vez su consejero.
En la Academia de Atenas recibió clases de Amonio, un peripatético egipcio que
lo inicia en todas las grandes escuelas filosóficas.
Plutarco no es un filósofo original ni crea un nuevo sistema. Con una orientación principalmente platónica, un tanto
ecléctica, polemiza con estoicos y epicúreos. Sin embargo, su obra, clásica y
admirable por su elegante estilo, es considerada una maravillosa síntesis de
los mejores saberes de su época.
Sus textos más leídos
son las biografías contenidas en Vidas paralelas, donde pone frente a frente la biografía de un personaje ilustre griego con la de otro
romano; y sus Obras morales (Moralia), que
contienen tratados, diálogos y recomendaciones sobre diversos asuntos prácticos. Plutarco
fue un gran teórico de la educación (paideía) y un sensato pedagogo que
señala la moderación como fin primordial de toda enseñanza (paídeusis).
Venus y Cupido (Afrodita y Eros)
En lo personal, Plutarco
fue un padre cariñoso y un amante esposo. Su actitud respecto de las mujeres
contrasta con el machismo y la misoginia tradicional.
Debió de ser en las
primeras décadas del siglo II cuando escribe su diálogo sobre el amor: el Erótico, una de sus mejores obras. En él defiende el amor entre hombre y mujer en
el seno del matrimonio, discutiendo con quienes prefieren la pederastia, bastante común y hasta bien vista en aquella época.
Antes que Plutarco,
autores estoicos como Antípatro de Tarso (II a. C.) o Musonio Rufo (I d. C.) ya elogiaron la educación de la mujer y la amistad de los esposos, defendiendo
el matrimonio como deber cívico para la procreación de los hijos y el rejuvenecimiento del Estado.
En Preceptos matrimoniales, Plutarco reunirá sus consejos para la armonía
conyugal. En su Consolación a la esposa se muestra particularmente tierno con Timóxena, su legítima esposa, a la
que consuela por la pérdida de un hijo. Y en su tratado Virtudes de las mujeres recoge femeninos ejemplos de valor.
Giorgio de Chirico. Héctor y Andrómaca.
En el Erótico, el amor conyugal es revalorizado y defendido de los prejuicios misóginos,
para elevarse a la máxima dignidad como más perfecta vía de ascensión hacia la
suprema Belleza, gracias al dios Eros que guía la sagrada y recíproca unión de
los esposos, y gracias a la diosa Afrodita que anima la fusión placentera de sus
cuerpos.
Plutarco se opone al
materialismo de los epicúreos que, igual que los cínicos, eran contrarios al
matrimonio y renegaban de la pasión amorosa. Como Antípatro de Tarso, considera
el vínculo entre los esposos como una fusión integral (di'hólon krâsis)
por contraste con otras amistades y afectos. Y como Musonio Rufo sostiene que las mismas virtudes
pueden adornar al varón y a la mujer, pues el "deseo y disposición natural
hacia la virtud reside no sólo en los hombres sin también en las mujeres"
(Disertaciones, III).
Igual que ese estoico,
Plutarco pone el acento en la idea de comunión (koinonía) del alma y el
cuerpo de los cónyuges, como superior a otros afectos y bajo la divina tutela
de Eros y Afrodita. Pero mientras los estoicos recelan de la pasión amorosa,
fieles a su ideal de apátheia (imperturbabilidad) y prefieren quedarse en una serena amistad, Plutarco
valora el Amor en toda su dimensión atribuyendo un valor moral a la unión sexual, pues es un factor de crecimiento de la concordia, la amistad y la
fidelidad mutuas. El matrimonio se interpreta así como "sagrada
comunión": física, mental y espiritual.
Mientras sus personajes
dialogan en el Erótico, sucede algo que da una especial originalidad dramática a la obra. El joven
Autobulo, hijo de Plutarco, cuenta la conversación que su padre, hace muchos
años, mantuvo con unos amigos en Tespias, adonde acudió con su mujer, Timóxena,
para celebrar las fiestas en honor de Eros y las Musas. En la discusión sale el
caso de Bacón, un bello efebo a quien Ismenodora, una viuda rica y madura, pretende
en matrimonio.
Pisias y Protógenes se
oponen a esa unión "desigual" y ofrecen argumentos contra ella, pero
Plutarco, en una primera disertación a favor del matrimonio entre Bacón e
Ismenodora, aprecia las cualidades que adornan a la viuda madura: belleza,
alcurnia, riqueza y virtud. De pronto, un mensajero les anuncia el rapto de
Bacón por Ismenodora con la complicidad de sus amigos. Indignado por el suceso,
Pisias se marcha con Protógenes. La intervención del escéptico Pémptides
provoca el segundo discurso de Plutarco acerca de la naturaleza divina y los
beneficios del Amor.
El diálogo nos ha
llegado aquí con una laguna. El texto perdido seguramente incluía otras
objeciones, a las que Plutarco contesta con su tercera disertación en la que
sostiene que la mujer es tan buena moralmente como el varón, si no más. Exalta
la afectividad de las mujeres, su gracia y fidelidad, para concluir que el amor
de hombre y mujer dentro del matrimonio constituye la unión más perfecta.
Entonces llega otro
mensajero anunciando que se les espera para celebrar el matrimonio de Bacón e
Ismenodora y que Pisias (que estaba enamorado del joven) se muestra ya
partidario ferviente de tal enlace.
Teniendo en cuenta la
situación típica del matrimonio tradicional en la Grecia antigua, donde solía
casarse un hombre adulto de unos treinta años con una joven adolescente de 15 a 18, el caso de Bacón e Inmenodora invierte del todo la costumbre. Es
cierto que la comedia nueva y la novela ofrecían ejemplos de jóvenes amantes de
edad pareja, y en la literatura erótica, sobre todo en las novelas, no faltaban
ejemplos de mujeres maduras que, como Ismenodora, se enamoraban y seducían a jóvencitos.
Protógenes ensalza la
amistad entre varones, frente a "ese amor lánguido y casero que pasa el
tiempo en los regazos y lechos de las mujeres, que siempre persigue la molicie
y se abandona a placeres nada viriles". Ese amor, ni amigable ni
entusiástico, merece ser rechazado. Contrapone la belleza natural de los
mancebos a los artificiales arreglos de las mujeres y aduce que él no busca en
su amor por ellos placer sexual, sino noble y virtuosa amistad...
"La amistad, en efecto, es algo bello y elevado, en tanto que el placer es vulgar e innoble"
En el diálogo, Dafneo no
le cree y arremete contra la pederastia, considera el amor heterosexual como
más antiguo y a la pederastia como una novedad que...
"penetró furtivamente ayer o anteayer en los gimnasios con el desvestirse y las desnudeces de los jóvenes, acariciándolos suavemente e insinuándose; luego poco a poco echó alas en las palestras y ya no es posible contenerlo, sino que ultraja y mancilla aquel amor conyugal que contribuye a la inmortalidad de la raza mortal reavivando puntualmente de su extinción nuestra naturaleza a través de los nacimientos"
Concluye Dafneo que el
tan celebrado por Protógenes amor homosexual por un efebo niega el placer (patrocinado
por Afrodita) por vergüenza y temor, ya que "necesita de alguna excusa
noble para acercarse a los bellos y lozanos mancebos. Su pretexto, por tanto,
es la amistad y la virtud". Sin embargo, un amor que sólo suponga deseo
insatisfecho y amistad, un amor sin Afrodita (diosa que
representa el deseo sexual, el cuerpo a cuerpo del amor) no es posible...,
sería como una borrachera sin vino, como una turbación infructuosa e imperfecta
y que hastía.
Ante semejante crítica,
Pisias, amante celoso de Bacón, se indigna. Entre otros argumentos
en contra de la viuda y sus pretensiones matrimoniales, arguye que es
preferible estar atado con cadenas de oro -como se contaba que sucedía en
Etiopía- que por las riquezas, la arrogancia y la vanidad de una mujer. De una
mujer enamorada hay que alejarse, evitando como principio de
matrimonio una tal "incontinencia". Es preferible buscar una especie de sierva dócil.
Pero Plutarco de opone a
todo esto: Sería absurdo que por causa de su riqueza o de su amor rechazásemos
a Ismenodora. Se pregunta retóricamenete si acaso es mejor un matrimonio por
dinero o conveniencia que un matrimonio por amor, como el que Ismenodora
propone. El hecho de comprar una mujer no evita -además- que ésta no pueda de todos modos acabar por
esclavizarte. Y pone de ello legendarios ejemplos de flautistas y bailarinas
que pisotearon coronas de reyes o se las acabaron calzando en la testa. El caso
más sonado: Semíramis de Asiria, sierva y concubina de un esclavo del palacio
real, lo que no le impidió seducir al rey Nino, dominarlo y destruirlo. En
efecto, Semíramis le pidió que le permitiera sentarse en el trono,
sustituyéndole por un solo día, ciñéndose la corona y gobernando. En cuanto
Nino accedió y Semíramis se aseguró de que todos le obedecían, ordenó apresar a
Nino, encadenarlo y finalmente matarlo. Tras de lo cual, reino brillantemente
en Asia durante mucho tiempo...
Semíramis de Asiria
"Preferir la riqueza de una mujer a su virtud o su alcurnia es vil e innoble, pero evitar la riqueza unida a la virtud y la alcurnia es necio"
Además, nadie está libre
de autoridad ni es del todo independiente.
"¿Qué tiene de extraño si una mujer sensata de más edad gobierna la vida de un hombre joven, siendo beneficiosa por su mayor prudencia, y dulce y agradable por su afecto?"
En fin, el matrimonio por amor es preferible a cualquier otro, una unión
sin amor produce insatisfacción y no conduce a nada hermoso. Ciertamente,
encontramos desde el principio en nuestras almas una tendencia a apropiarnos de
lo bello y a rechazar lo feo, pero la obra de Afrodita (o sea, el sexo) sin
Amor es mercancía de poco valor, y nadie -salvo un desesperado- soportaría la
fatiga y el peligro que conlleva la búsqueda del placer sexual sin estar
enamorado. La cara de Afrodita es oscura como la de la luna si la luz del amor
solar no la ilumina.
"Tan débil y proclive al hastío es la gracia de Afrodita si no la inspira el Amor"
Las obras de Amor
superan a las de Ares (Marte romano, señor de la guerra). Así los amantes
consienten que los tiranos les roben todo..., menos sus amadas o amados.
Plutarco cuenta la anécdota del gran Alejandro, que sintió inclinación por una
tañedora de lira que acompañaba a Antipátrides en una juerga. Alejandro le
preguntó si estaba enamorado de ella, como Antipátrides le dijese que
completamente, el emperador le dijo: "desgraciado, ojalá perezcas
miserablemente". Pero se contuvo y no tocó a la música.
Venus y Marte. Sandro Botticelli |
El Amor ni está ocioso
ni desarmado. Es un estratega invencible. Y por eso los pueblos más belicosos
son los más proclives al amor: beocios, lacedemonios, cretenses... Así también
los varones antiguos: Heracles, Meleagro, Aquiles, Aristómenes... El Amor es el
único de los dioses de quien Hades, señor de los infiernos, cumple órdenes.
Plutarco ni acata por
completo los mitos ni desconfía de ellos totalmente, en esto está con los
estoicos, y en los mitos se afirma que desde el Hades hay una subida hacia la luz
para los enamorados, "como si hubieran errado el sendero que Platón
vislumbró el primero de los hombres mediante la filosofía" (762a).
Para sumar los
beneficios que Amor aporta a los amantes, Plutarco cita a Eurípides: "a
ser poeta Amor enseña, incluso a quien antes fuese ignorante de las
Musas". El amor hace inteligente a quien fue atolondrado y valeroso al
pusilánime; otorga generosidad, sinceridad y grandeza de ánimo a quien fue
ruin, mezquino o avaricioso. Cualquier casa resulta más venerable de aspecto
con el fuego del amor encendido, y cualquier persona llega a ser mejor si radia
en ella el calor amoroso, esa "turbación sobrenatural del alma".
Amor, en fin, inflama la memoria y nos devuelve la reminiscencia de lo bello y lo divino, "desde el Hades hacia la verdad y la llanura de la verdad" (Fedro, 248b).
Por eso, no debemos reprimir la
pasión, sino que, aplicando una "prudente razón con pudor", debemos permitir que naturalmente se consuma para que deje en el alma resplandor, luz y
calor en su disolución maravillosa y fecunda, "como en una planta que
germina y crece, que abre vías de complacencia y amabilidad; éstos [bienes
eróticos] en no mucho tiempo, traspasando el cuerpo de los amados, acceden a su
interior y alcanzan la intimidad de su carácter, contemplan las visiones que
descubren y establecen entre sí una profunda unión mediante palabras y
acciones, a condición de que mantengan en su pensamiento un perfil y una imagen
de lo bello".
Pero la mayoría se
extravía como el chiquillo que ansía coger el arco iris con sus manos, quieren
palpar la imagen de la belleza en sus espejos, en muchachos o en mujeres, y no
pueden captar nada más consistente que una mezcla de placer y dolor entre
sombras. En las almas nobles, por el contrario, la ilusión amorosa produce una refracción de la memoria (Eros hijo de Iris,
según Alceo), a partir de lo que aquí nos parece bello, "hacia aquella
belleza divina, amable, venturosa en verdad y admirable".
Sarcófago etrusco de los esposos |
El amante sensato,
cuando se encuentra con la belleza de un cuerpo visible, la usa como un
instrumento de la memoria, la abraza y la estima, pues allí se refracta hacia la belleza divina e inteligible. Entonces el alma "echa alas" cada vez que un carácter puro y armonioso se
hace patente en la lozanía y la gracia de un cuerpo.
"Además, las
consideradas causas y motivaciones del Amor no son particulares de ningún
sexo". "Donde exista la belleza, soy ambidiestro". Todo es común
para los sexos. Comunes también son los bienes para los esposos, y "aun
separados en sus cuerpos, reúnen con fuerza sus almas y las funden, y ni
quieren ni piensan en ser dos. Luego la fidelidad mutua, de la cual necesita
especialmente un matrimonio, que mantiene desde fuera y debido a las leyes más
que de manera voluntaria lo impuesto por la vergüenza y el temor, obra de
muchos frenos y de timones también, está siempre en mano de los cónyuges".
Y el mismo Amor da continencia, decoro y lealtad a las almas disolutas, doblega
su altivez y grosería y les infunde pudor, silencio y calma.
La relación sexual entre
los esposos es como la comunión en un ritual. Si el placer resulta pequeño, lo
compensa la gracia, el respeto, el aprecio mutuo y la confianza que de él
germina cada día. En esto Afrodita reparte armonía y amistad. A juicio de
Plutarco, Solón fue "un legislador muy experto en asuntos matrimoniales al
prescribir que el hombre se acerque a la esposa no menos de tres veces al mes,
no por placer seguramente, sino queriendo con tal muestra de afecto renovar el
matrimonio de las disensiones que siempre se acumulan, de igual modo que las
ciudades cada cierto tiempo renuevan sus pactos entre ellas" (769ab).
Plutarco no escatima
elogios a la riqueza emocional de la mujer, aunque es consciente de la
ambivalencia moral de la misma:
"la naturaleza, dotando a la mujer de la gracia de la mirada, la persuasión de la voz y la atractiva belleza de la figura, proporciona gran ayuda a la disoluta para el placer y el engaño, a la honesta para el afecto de su esposo y la amistad"
El matrimonio puede
parecer una experiencia desgarradora al principio, pero aun con herida, unirse
a una mujer buena es una bendición, como el injerto en los árboles. Y no existe
unión en la que no se experimente una alteración recíproca. También las
matemáticas perturban al principio a los niños, y la filosofía a los jóvenes.
Pero la molestia no tiene que permanecer para siempre, poco a poco se va
produciendo la fusión integral, muy distinta de los
contactos y enlaces de Epicuro, que no producen la unidad de la comunión
matrimonial. De ningunos otros amores resultan mayores placeres ni ventajas más
duraderas, ni la belleza de otra amistad tan gloriosa y envidiable como
"cuando con sentimientos concordes administran su casa marido y
mujer".
"El amor a las mujeres honestas no sólo no conoce el otoño, al florecer entre canas y arrugas, sino que permanece hasta la tumba y la sepultura"
Plutarco. Erótico, en Obras morales y de costumbres (Moralia), volumen X, Gredos, Madrid 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario