miércoles, 30 de diciembre de 2015

ODISEO DESAFÍA A LOS DIOSES


El Cíclope es el único drama satírico que conservamos de Eurípides (480-406 a. C.). Unos piensan que lo compuso joven; otros, que viejo.

Volviendo de la guerra de Troya, Odiseo desembarca en Sicilia buscando provisiones. Allí se encuentra a Sileno y a su tribu de sátiros, sometidos a esclavitud por Polifemo, el temible cíclope. Odiseo los soborna fácilmente con vino, a cambio de corderos y leche. Pero, antes de que el trueque se lleve a efecto, se presenta el cíclope y pregunta el motivo del presunto expolio. Sileno miente diciéndole que el extranjero está robando sus bienes y anima a su monstruoso amo a acabar con Odiseo explotando la extraordinaria fama de charlatán de este: “si pegas un mordisco a su lengua, te convertirás en el más pícaro y charlatán”.
Sileno, caudillo de los sátiros
Tanto el cíclope, antropófago y cazador, como Odiseo, se permiten tutear a los dioses. El primero se engríe de su autosuficiencia, sus solas fuerzas le bastan para vivir como quiere. Como rúbrica, tras comer y beber hace resonar su túnica con pedos, “haciendo un ruido que puede competir con los truenos de Zeus” (325-329). En cuanto a Odiseo, reclama bravamente el auxilio de Zeus: 

“¡Y tú, que habitas la sede de los astros resplandecientes, Zeus hospitalario, mira lo que me sucede, pues si no prestas atención a ello, en vano eres reconocido como Zeus, no siendo nada!” (353-356).

La dignidad heroica de Odiseo contrasta con la actitud indecente de Sileno. La figura del gigantón borracho y su comportamiento grosero provocarían sin duda las carcajadas de los espectadores más simples de la época. El cíclope representa la vida natural y sencilla, más acá o más allá –según se mire- de normas de urbanidad, leyes y buenas costumbres, mientras que Odiseo representa un ideal de vida más elaborado: el racionalismo ateniense y el civismo democrático. Expresa así la disputa contemporánea physis/nomos (naturaleza/norma), tan propia de la ilustración sofística.


Cuando se ve más desesperado, Odiseo clama a Hefesto para que le ayude a incendiar el ojo del gigante, y a Hypnos, dios del sueño y “alumno de la negra Noche”, para que se lance sobre “esta fiera odiosa a los dioses”, porque Polifemo es un hombre “que ni de los dioses ni de los hombres se preocupa”, carente de religión y de moral, por tanto.

Pero Odiseo mismo no parece ya muy seguro de la autoridad de los dioses inmortales a los que apela cuando en su oración añade esta significativa advertencia:


“De no ser así [o sea, si no le ayudan], habrá que considerar el Azar una divinidad y a la fuerza de los dioses inferior al Azar” (600-609).

EJERCICIOS

1. Escriba una semblanza de Eurípides. 
2. Relacione la actitud y palabras de Odiseo en esta obra con los puntos de vista de los principales sofistas respecto a los dioses.

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