Antonio de Guevara y el nacimiento
del ensayo moderno
“Entiéndanme los dioses
si los hombres no me alcanzan”
Libro aúreo de Marco Aurelio
En mis años mozos leí con gusto su Menosprecio de corte y alabanza de aldea (Valladolid, 1539). Es el
cortesano que reniega de su condición, es también la nostalgia, como en
Ganivet, de una vida más simple, más en armonía con la naturaleza. El ensayo de
Guevara me dejó marcado, hasta puede que influyera en alguna de las decisiones
más importantes de mi vida, como la de preferir trabajar en un pueblo, antes
que en una metrópolis, la cual sin duda ofrece más oportunidades de gloria
y provecho, pero también más de estrés y ansiedades.
Dice Guevara de la corte: “do me crie, crescí y viví algunos
tiempos, más acompañado de vicios que de cuidados”. Guevara fue paje del
príncipe don Juan y de la reina Isabel la Católica; a su muerte profesó en la
Orden de San Francisco. Durante la guerra de las Comunidades estuvo al lado
del emperador y este premió su fidelidad nombrándole predicador real en 1521.
Participó en la guerra contra los moriscos en la que fue herido en la sierra de
Espadán (1526). En 1527 fue nombrado cronista oficial del emperador.
Formó
parte de la junta de 24 teólogos que en Valladolid dictaminaron sobre las obras
de Erasmo. Aunque fue nombrado obispo de Guadix, todavía acompaña al emperador
en la empresa de Túnez (1535-1536). Presenció su coronación en Roma y predicó
en el funeral de la emperatriz (Toledo, 1538). Falleció en Mondoñedo, de cuya
diócesis había sido nombrado obispo.