domingo, 27 de noviembre de 2022

DEL PLACER

 

Hedonismo. Óleo de Ana Roldán Sánchez (*1960, Málaga)

"Recuerde el alma dormida...
cuán presto se va el placer;
cómo después de acordado
da dolor..."

Jorge Manrique

La reflexión sobre el placer (ἡδονή, hedoné) de Platón y Aristóteles

 Para el Estagirita placer y dolor son las señales o criterios más firmes de la moral. Aristóteles se refiere a ello en los libros segundo y séptimo de su Ética para Nicómaco (EN). En el libro X profundiza en su análisis del placer. Refiere a la teoría hedonista de Eudoxo, disidente como él de la Academia a la muerte de Platón. Sugiere que al hedonismo de Eudoxo se le dio crédito porque el filósofo era extraordinariamente temperante, de vida sobria y austera (un delincuente resulta muy persuasivo si pide para sí condenas más altas de las dictadas por el juez).

jueves, 3 de noviembre de 2022

AMOR PLATÓNICO

 

Iphiclides feisthamelii, chupaleches, Agosto 2022 foto JBL

Pregunta Arturo Santos: ¿Por qué el término o la expresión "amor platónico" está mal utilizada?


 Respondo:

No necesariamente mal usada, si acaso podríamos decir que usada superficialmente para referir a un amor que no se reduce al "comercio carnal": un amor espiritual, una delectación puramente psíquica entre amantes y productiva de razones y buenas obras.


La teoría platónica del Eros, la "Erótica" del ateniense, es muy compleja. En el Banquete (Symposium, Convivium) se plantea el problema del Eros refiriendo ante todo a una divinidad, que también representa una fuerza cósmica o una potencia anímica universal, del "todo con alma" (pan ensychon), del animal cósmico que es el universo para el Platón del Timeo.

martes, 1 de noviembre de 2022

SPINOZA Y LA ARAÑA

 


Cuenta su biógrafo Cornelius que a Spinoza (1632-1677) le gustaba observar cómo se comportaba una mosca arrojada a la red de una araña que vivía en un rincón de su habitación y dicen también que la situación le causaba risa. Jorge Bustamante traduce y recuerda a Segismundo Krzyzanowski, del que Siruela ha publicado siete relatos bajo el título La nieve roja (2009) y ediciones del subsuelo su novela: El club de los asesinos de letras (2012). 

domingo, 30 de octubre de 2022

LA MÓNADA DE LEIBNIZ

Manuscrito de Leibniz

 

Para mi viejo amigo Vicente Nieto,
que no comprendió a qué refiriere Leibniz con su “mónada”.

 

Leibniz define la mónada como una sustancia simple e indivisible y por tanto sin extensión[1] ni figura. “Allí donde no hay partes, tampoco hay extensión”. Las mónadas son los verdaderos átomos o elementos imperecederos de la naturaleza. Sólo pueden comenzar por creación y concluir por aniquilación.

“El espacio, lejos de ser una sustancia, ni siquiera es un Ser. Es un orden, como el tiempo, un orden de las coexistencias, como el tiempo es un orden entre las existencias que no están juntas. La continuidad no es una cosa ideal, sino lo que hay de real es lo que se halla en este orden de la continuidad” (Akademie-Ausgabe, Transkiptionen 1914, Nr. 144, pág. 183)[2]

Las mónadas carecen de ventanas o poros[3] y cada una es diversa de cualquier otra, “pues nunca se dan en la Naturaleza dos Seres que sean perfectamente el uno como el otro, y en donde no sea posible hallar una diferencia interna o fundada en una denominación intrínseca”, según el Principio de los indiscernibles por el cual no pueden darse en la naturaleza dos cosas singulares que sólo se distingan según número[4].

jueves, 8 de septiembre de 2022

LA DIETA DE FEIJÓO

Estatua de Benito Jerónimo Feijóo en Oviedo



El celebérrimo doctor Marañón, excelente humanista, literato y académico, celebró la magna obra ensayística del padre Benito Jerónimo Feijóo (1676-Oviedo 1764) dedicándole un espesa pero amena obra: Las ideas biológicas del P. Feijóo (1941). Le considera biólogo de vocación y promotor de la mentalidad científica en España. 

Lo cierto es que durante la primera ilustración al fraile polígrafo y erudito le consultaban los sabios de medio mundo, en varios idiomas. La actitud general del fraile benedictino respecto de la salud es clara: hay que servir a la naturaleza y no contrariarla, salvo en casos excepcionales.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

VALOR MORAL DE LA LITERATURA

Escena del Quijote. 2ª Pte., cap. 41.
Cerámica de alfarero ubetense Paco Tito

Juan Valera fue un brillantísimo escritor, diplomático y político español, nacido en Cabra  en 1824. Falleció en Madrid en 1905. Su novela Pepita Jiménez se hizo celebérrima. Cultivó con acierto otros géneros como el teatro, el cuento, la poesía o el ensayo. Políglota, tradujo a Longo, Byron, Goethe, Heine, Víctor Hugo…, del inglés, del alemán, del francés. Se ha editado su epistolario que consta de más de cuatro mil cartas destinadas a ilustres personajes de su época. Polemizó con Emilia Pardo Bazán sobre el naturalismo estético. Ejerció como crítico literario y como intelectual señero. Se pronunció sobre el krausismo (El racionalismo armónico), sobre la Psicología del amor y sobre la libertad religiosa.

lunes, 5 de septiembre de 2022

VOLTAIRE, ESCRITOR FELIZ

 


Roland Barthes, el famoso crítico francés, llama a Voltaire “el último escritor feliz”. Es una exageración. Dice también que la filosofía de Voltaire está anticuada. Otra exageración, impropia del comedimiento y también del chovinismo galo. El autor de Cándido es un clásico y los clásicos nunca periclitan, al menos no del todo. Es cierto, sin embargo, que los ateos ya no se arrojan a los pies de los deístas que adoran a Dios sin intermediarios ni iglesias, sino que hoy perseveran en su negación. Deísta desde luego fue Voltaire, y anticlerical.

¿Ya no hay Inquisición? Lo que ha desaparecido, como dice Barthes, es el teatro de la persecución, pero no la persecución misma, que hoy ejercen los ateos tan impunemente como lo hicieran los dominicos o los calvinistas, guoquistas y neopuritanos de la cancel culture. La hoguera y la guillotina están siendo sustituidas por el charco del odio público al que arroja sin compasión, por sus opiniones heterodoxas, el bullying grupal de los indignados y colegas de la Cofradía del Victimato, caso famoso es el de la autora de Harry Potter, J. K. Rowlings, quien fue "cancelada" por hacer comentarios transfóbicos en Twitter.

Según el crítico, lo que nos separa de Voltaire es que dio al combate de la Razón el aire de una fiesta. Hizo de sus batallas contra la intolerancia un espectáculo, ridiculizó con gracia idiosincrática a sus adversarios poniendo en evidencia sus desproporciones con el arma de su fina ironía. No extraña que le gustaran tanto los juegos de Polichilena y tuviese un teatro de títeres en Cirey.


1. Apostaba a caballo ganador

La primera dicha de Voltaire fue la seguridad de su causa: la libertad de conciencia contra el fanatismo violento de su época, porque se enfrentaba a un mundo agonizante, corrupto, necio y feroz, cuando ya la burguesía de la que procedía se hacía con el control económico y parte del poder político. Voltaire fue, además de un poderoso e influyente intelectual, un hábil industrial y comerciante.


2. Sub specie aeternitatis

La segunda dicha de Voltaire fue su talante ahistórico. Para él, Dios creó el mundo como un geómetra y una vez ordenado el universo ya no se relaciona con ningún Padre. Su metafísica es una introducción a la física y la providencia una mecánica. Por eso admiraba a Newton. 

El mal no castiga; el bien no recompensa. ¿Qué puede el hombre sobre el bien y el mal? No mucho. El terremoto de Lisboa (1755) fue una demostración dramática de la indiferencia moral de la Naturaleza. En el engranaje de la Creación sólo hay lugar para un juego, que es el de la Razón. No hay una dirección de la Historia. Sus cronologías se bordan con los hilos de los azares y la misma Naturaleza nunca es “histórica”, al ser esencialmente arte, artificio divino.

Tendremos que esperar al siglo XIX para hallar una verdadera filosofía del Tiempo, sobre todo en Alemania. El siglo XVIII estuvo obsesionado con el Espacio. Es el siglo de las grandes singladuras, de las chinerías, y el viaje llega a la literatura y a la filosofía. Los jesuitas jugaron un importante papel en este triunfo del exotismo con sus Cartas edificantes y curiosas. De moda, la figura emblemática del sabio turco, chino, indio o persa. 

Los Cuentos de Voltaire, que nunca se preocupó por ser original, deben mucho al folclore oriental y en ellos no se para de viajar. Paradójicamente, estos viajes manifiestan una inmovilidad, la diversidad de costumbres no es más que aparente, por debajo subyace el miserable humano universal. Pero Voltaire carece de espíritu trágico.


3. Anti-intelectualismo


Tal vez por eso –tercera dicha- disoció la inteligencia de la intelectualidad. Es anti-intelectualista. El mundo tiene su orden, pero es inútil pretender ordenarlo. Voltaire odia los sistemas, todos ellos dan nombre a sus enemigos: jesuitas, jansenistas, socinianos, protestantes, calvinistas, ateos…, todos, además, enemigos entre sí. Hoy esos sistemas serían los de marxistas, progresistas, existencialistas, analíticos, nihilistas, cientifistas, neopositivistas, etc. Voltaire se hubiera ensañado con estos a base de burlas, como hizo con los jesuitas. Se sirve de la inteligencia para arremeter contra el intelectualismo sistemático, identificando todo dogma con superstición o necedad y asimilando toda libertad de espíritu a verdadera inteligencia. 

Voltaire fundó el liberalismo en su contradicción –explica Barthes- como sistema del no- sistema. Pesimismo de fondo, pero alegría en la forma, “escepticismo proclamado” y duda ácida.

“Écrasons l’infame”, “Aplastemos a los infames”. Este lema con el que remata su cartas significa “acabemos con el dogmatismo”. A partir de Rousseau, némesis de Voltaire, el “anti-voltaire”, el intelectual se definirá peor, por su mala conciencia. No obstante, Voltaire fue un escritor feliz. Los sarcófagos con los restos mortales de ambos filósofos reposan uno frente al otro en el Panteón de los Ilustres de París. Tal vez se complementen.

domingo, 12 de junio de 2022

EL DEMONIO SOCRÁTICO

 

Fruto íntimo

Mediante la figura mediadora de su daímon o demon, Sócrates simboliza un individualismo comunitario, según García Rúa[1]. La práctica filosófica del "Tábano de Atenas" trajo al mundo helénico una profunda corriente de interiorización. El sentido de la dignidad de un griego dependía de la sustentación del αἰδώς, palabra que cubre un campo semántico enorme y tiene que ver con la consideración social, el sentido de la vergüenza, la fama... Para “conservar el buen nombre” –diríamos-, o “el honor”, Sócrates cuenta ya con la inmanencia de lo divino que vemos también en Eurípides y que el filósofo concreta en el daimónion: porciúncula divina en el hombre.

Sócrates fue un ateniense de pura cepa, un buen ciudadano que combatió valerosamente en las batallas de Potidea y Delion. Su prédica individualista no era contraria a la noción tradicional de la polis y la piedad debida a los dioses de Atenas, pero el filósofo prefería la mejora personal, aunque tampoco fuese contrario a los sacrificios y rituales paganos. Hay en su acción oral una enérgica incitación a la vida del espíritu. No obstante, es cuestión dudosa si el Sócrates histórico creía y en qué sentido en los dioses y en la inmortalidad. Su oración: “Dame aquello que sea mejor para mí”, dando por hecho que los dioses saben qué me conviene de verdad[2].

En la Ilíada, Teucro usa la palabra “demonio” para referir a un poder superior que rompe la cuerda de su arco. Dodds[3] declara la remota antigüedad del adjetivo daimónios, que era ya en los tiempos de la Ilíada una moneda verbal desgastada. Los impulsos irracionales tendían a ser excluidos del yo y adscritos a un orden ajeno, sobrenatural. En Teognis el demonio tienta al hombre y lo precipita en la ate, al anublamiento de una locura pasajera que puede llevar a una acción inexplicable, imprudente o atroz. Tanto la esperanza como el miedo son para el poeta “demonios peligrosos”. Sófocles refiere también al Eros como un pervertidor de mentes.

"Yo íntimo", JBL, 2021


El daímon socrático tiene más que ver con esa figura que liga a cada hombre con su destino, con su Moira individual, con su particular suerte o fortuna. Heráclito lo identificó con el carácter (ἧθος), llamando a la responsabilidad y protestando contra la interpretación supersticiosa del demonio como accidente externo. Del “buen demonio” (εὐδαίμων), ya en Hesíodo, procederá la felicidad (ευδαιμονία). Platón recoge y transforma la idea. El δαίμων socrático es una especie de espíritu guía o super-ego freudiano que en el Timeo se identifica con la razón pura.

Racionalizado a medias, disfrutará de un renovado papel en estoicos y neoplatónicos y acabará convertido en el ángel custodio o ángel de la guarda (dulce compañía) en los autores cristianos, o en el Pepito Grillo de la literatura. La voz de la conciencia moral o una especie de intuición práctica, de “corazonada”.

El contorno de los demonios de la religión helénica era bastante impreciso: divinidad inferior, poder intermediario (metaxý), o con forma bestial y semihumana, vaga personificación del destino individual. El daímon es, etimológicamente, “el que reparte”. En el ingenioso etimologizar de Platón “daémones” son “los que saben”, las almas de los muertos mejores, los padres subterráneos de Hesíodo. Los pitagóricos suponían los espacios llenos de demonios y de héroes. Establecieron su jerarquía y los filósofos –como hemos visto en Heráclito- los racionalizaron reduciéndolos a una simple consecuencia del carácter. Para Demócrito el alma era la residencia del genio (también en el sentido que decimos “genio y figura hasta la sepultura”) y en el Timeo describe Platón al daímon como facultad suprema y directiva del ánimo de cada persona.

Sócrates mezcló las viejas creencias con la racionalización, pero mantuvo la visión del daímon como poder sobrenatural e independiente: “yo no traigo a un dios nuevo” –dijo en su defensa, cuando le acusaron de querer introducir dioses forasteros. Reconoce el carácter religioso de este sentido interior que no engaña jamás, pero lo personaliza. Le sirve de guía y tutela. No lo adora ni lo niega; ni se entrega a él ni lo ignora[4].

Como explicó Antonio Tovar, la naturaleza del daímon socrático es negativa. Disuade pero no da órdenes. Le impide que trate a determinadas personas o que se enrole en la política sectaria. Si su demonio guarda silencio, Sócrates obra tranquilo. Puede que –tal como se representa en el Banquete- Eros sea también para Sócrates un gran daímon. De hecho, Sócrates es famoso porque sabe que no sabe, sin embargo confiesa a Fedro que sí se tiene por entendido en amores. Como vínculo con los misterios irracionales, figurados en el Banquete por la maga Diotima, el daímon expresa igualmente los límites de la razón, esto es, las razones pascalianas del corazón.

El racionalista Antístenes le reprocha a su maestro que use el daímon como pretexto, pero será precisamente su demonio quien le impida evitar tanto su sentencia como su ejecución. El mismo Antístenes, caudillo de los cínicos, racionalizó el daímon de Sócrates como desdoblamiento de la personalidad o descubrimiento de la conciencia reflexiva, lo que produjo precisamente la filosofía como ética. A la pregunta que le hicieron de qué había sacado de la filosofía, Antístenes respondió: La facultad de hablar conmigo mismo (D. L. VI, 6). Este discurrir con uno mismo es la consulta con la almohada, la deliberación moral del sujeto ético.

Definido su carácter  por el misterio de la obscura figura que lleva dentro, que el cristianismo identificará con la voz de la conciencia moral o con el ángel custodio, sus seguidores imitarán, a veces hasta la exageración -caso de Diógenes de Sinope-, sus principales cualidades. Sócrates es αὐταρκηες, suficiente, señor de sí mismo, y σεμνός, austero, lo que le otorga una respetabilidad religiosa, pero no mística. Véase a este respecto la interpretación racionalista que hace Plutarco del daímon socrático en este mismo blog. Sin embargo, puede que corrientes místicas como el orfismo influyeran en su concepción. Los estoicos admitirán la existencia de ciertos demones como vigilantes de los hombres y unidos a estos por una especie de simpatía y reducirán a veces al demonio socrático a una personalización de las facultades adivinatorias que se darían en Sócrates, por ejemplo, declarando que vaticinó el desastre de Sicilia.

Sócrates domestica a su daímon. Obedece su voz íntima, pero eso no le impide ejercer su hábito racional, crítico y disolvente. No es un “iluminado”. Su racionalismo no le impide respetar el irracionalismo de los misterios religiosos. El daímon no impide su muerte, aunque pudo. Según un argumento atribuido a Antístenes esto fue para bien, pues la muerte a tiempo le venía a salvar de una vergonzosa decadencia mental y le daba ocasión de adquirir buena fama. En efecto, su injusta educación lo convirtió en un sempiterno mártir de la filosofía, un héroe de la libertad personal de conciencia y de una racionalidad que se da a sí misma límites en lo moral, por eso, tal vez, Erasmo rezaba: Sancte Socrate, ora pro nobis!

 Notas


[1] José Luis García Rúa, “Los maestros de la interiorización en la historia helénica”. Revista de Filosofía. T. XV, nº 56, pp. 278 ss., 1956.

[2] Cornford. Antes y después de Sócrates, 1980.

[3] Dodds. Los griegos y lo irracional, 1951 (Alianza, 1980).

[4] Antonio Tovar. Vida de Sócrates, 1966.


martes, 17 de mayo de 2022

LA MISIÓN DEL INTELECTUAL

De izquierda a derecha, Antonio Machado, Marañón, Ortega y Pérez de Ayala

 "Es vergonzoso que, estando como es evidente que estamos al presente, 
presumamos de ser algo, nosotros que cambiamos a cada momento de opinión 
sobre las mismas cuestiones, y precisamente sobre las más importantes. 
A tal grado de ignorancia hemos llegado"

Sócrates en el Gorgias de Platón, 527d-e 


Historia y condiciones del intelectual. Su misión, según Ortega y Gasset
(La razón histórica, I-II, Lisboa 1944)


Quien ya ha visto mucho y conocido a muchos sabe que a Maesa Inteligencia le gusta sentirse acompañada por la Hermana Modestia. Son virtudes hermanas. El hombre seguro de sí, que no asume al ignorante que lleva dentro, vive sumergido en el océano de las opiniones comunes que son los prejuicios dominantes, de moda. Y lo peor del necio es que, al contrario que el malvado, no descansa.

viernes, 25 de marzo de 2022

JUAN PÉREZ DE MOYA


“Cuentan los poetas que Prometeo,
después de haber creado al hombre con arcilla,
le trajo el fuego ayudado por Palas,
para que la creación exánime recibiera el soplo de la vida
y disfrutara plenamente de este hermoso don”.

Juan Pérez de Moya. Silva Eutrapelias, 1557.


Juan Pérez de Moya fue un genio de nuestro Renacimiento. Vivió entre 1513 y 1596. Nació en San Esteban del Puerto, Jaén -hoy Santisteban- y murió en Granada. Evolucionó desde el estricto positivismo de sus primeros libros hasta la moralidad más recalcitrante de su Philosofía secreta (1585), postrera de sus obras y primer tratado de mitología grecorromana escrito en español. En sus días fue reconocido sobre todo como extraordinario matemático.

Carlos Clavería le describe como un aristotélico pre-darwinista ya que en su Silva Eutrapelías de 1557 se atreve a afirmar que “el origen de los seres animados tuvo lugar o a partir de la unión entre el varón y la hembra o tan sólo de la alteración de los elementos”. Describe enseguida distintos grupos de animales y prosigue: “A partir de todos éstos nacieron más tarde algunos como el hombre…”.

viernes, 18 de marzo de 2022

A LA PAZ PERPETUA

Grabado de Goya. Los desastres de la guerra.
El genial aragonés escribió abajo: ¡Grande hazaña! ¡Con Muertos!

Dejó dicho Erasmo que la guerra es tan mala que la hacen mejor los peores. Pero no hay duda de que el animal humano es belicoso y polémico, "polémico" por usar la palabra que usaron los griegos para referir a la guerra contra un enemigo externo: polemós (πόλεμος), de donde también viene “polémica”, que es batalla de palabras. Lo peor es que no es mala para todos, pues algunos de las guerras sacan "perras", como los vendedores de armas, sin ir más lejos, los extraperlistas, los usureros...

sábado, 19 de febrero de 2022

EL OPTIMISMO TRÁGICO DE LEIBNIZ

Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716-), sello de 1927

 

Ortega define a Leibniz como “una de las mentes más poderosas con que ha sido regalado el destino europeo”. Políglota, polímata, dominaba todos los saberes de su época e inventó algunos nuevos. Renovó la lógica, amplió la matemática, reformó los principios de la física, fecundó la biología, depuró la jurisprudencia, modernizó los estudios históricos y dotó a la lingüística de nuevos horizontes (gramática comparada). 

sábado, 5 de febrero de 2022

GENIO DE CARÁCTER

 

Fragmento de la pg 325 del libro de Agustín García Calvo:
Razón común, edición, traducción y comentario
de los restos del  libro de Heráclito, Lucina, 1985.

Interpretaciones del fragmento 119 (Diels-Kranz) de Sobre la naturaleza de Heráclito de Éfeso 

ἮθΟΣ  ἈΝΘΡΏΠΟΙ  ΔΑÍΜΩΝ

Antonio Escohotado en Hitos del sentido (Barcelona 2020) traduce el famoso fragmento 119 (D-K) de Heráclito “êthos anthrópoi daímon”: “el carácter es el sino del hombre” o “la costumbre moldea el carácter”. “Daímon” o demon, la interioridad individual divinizada o la divinidad íntima, remite, según el comentarista a perfiles heroicos; êthos, a la conducta habitual de un grupo. Recuérdese el Demon socrático, que impulsaba al Tábano ateniense a proseguir incansable su indagación ética. Otra cosa piensa Agustín García Calvo, como veremos más adelante.

jueves, 13 de enero de 2022

ORGANICISMO Y CIENCIA MODERNA

Thot el dios egipcio de la sabiduría,
inventor de la música y la escritura, representado por un hombre con cabeza de Ibis

 

“Saliendo de la luz, un Verbo santo vino a cubrir la naturaleza”

Poimandres, Corpus hermeticum



El dios Tot o Thot, escriba y notario de los dioses egipcios, fue identificado durante el helenismo con Hermes, el mensajero divino, y a él se atribuye una sabiduría venerable y antiquísima revelada por Hermes Trismegisto, el tres veces grande o trinitario. Estos textos “herméticos” contienen observaciones astrológicas y protocientíficas, virtudes secretas de plantas y animales, consejos morales, revelaciones e “iluminaciones” de tendencia monoteísta. Aúnan tradiciones caldeas, egipcias, judías y griegas, fusionadas durante el periodo alejandrino en el Corpus hermeticum, que se conservará en latín con el nombre de Asclepios. Tanto el hermetismo como los Oráculos caldeos del tiempo de Marco Aurelio ofrecen significativas coincidencias con el pensamiento mágico y el gnosticismo cristiano.