jueves, 19 de mayo de 2016

EL ENSAYO, GÉNERO FILOSÓFICO

"La verdad no es el todo"
Adorno

En su artículo "El ensayo en la crisis de la modernidad" (1991), Pedro Cerezo aborda la historia del género. La forma ensayística no tiene nada que ver con la concepción sistemática de la filosofía, pero esta es cosa de los modernos (yo añadiría que ya en el siglo XIII, la plenitud de la escolástica engendraría sistemas como "summas"). Pero desde luego ni Platón ni Aristóteles pretendieron construir una representación cerrada y coherente del mundo. Los diálogos platónicos, verbigracia, son "experimentos de exploración de la esfera de lo universal".

Dejando a un lado los intelectualistas tratados teo-lógicos de los escolásticos, los sistemas o los tratados sistemáticos modernos aparecerán cuando se fundamente el ser a partir de la propia conciencia racional, en el momento en el que es el pensar lo que fundamenta el ser, más bien que al revés, digamos post-cogito. El sistema es la consumación del principio de razón suficiente, según el cual todo tiene una esencia o explicación racional por la que existe, sea esta en última instancia -como presumió Leibniz- la Razón Divina (verdades de razón) o Su Divina Voluntad (verdades de hecho).

Es posible que en la pretensión de sistema anidara una voluntad de artificio muy propia del barroco. Nietzsche verá en esa voluntad de sistema una voluntad de poderío, de dominio, e incluso de consuelo: el intento de someter la realidad a control congelándola, amortajándola, para no aceptar su dimensión efímera, temporal (res est forma fugax), problemática, o sea, su dinamismo trágico.

sábado, 14 de mayo de 2016

FILOSOFÍA DE LA CIRCUNSTANCIA


"Yo soy: yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo a mí"
Meditaciones del Quijote, 1914

Los buenos lectores son quizá tan escasos como los buenos escritores. Resumir en pocas páginas, no ya un libro solo, sino una obra tan vasta como la de Ortega y Gasset, requiere mucho genio, el que tuvo el intelectual galduriense Juan López-Morillas cuando en 1959 publicó una introducción al filósofo español para universitarios norteamericanos, "José Ortega y Gasset: An Introduction".

Comienza hablando de la fuerza subyugante del estilo orteguiano, idóneo para exponer sus doctrinas ante un auditorio "vivo" forcejeando con el presunto escepticismo de sus oyentes en esa especie de diálogo unilateral de la lección o la conferencia. Y es que Ortega conservaba siempre la cálida sugestión de la palabra hablada, lo que explica la sensación de presencia inmediata y magistral que provoca en el lector atento.

Igualmente podríamos referir a la transparencia de su escritura: "La claridad -dijo una vez- es la cortesía del filósofo". Gadamer definió la prosa de Ortega como de "concisión iluminativa". Sus radiantes metáforas e ingeniosas comparaciones pronto le convirtieron en un clásico de nuestra lengua.

La filosofía de Ortega es una "filosofía de la circunstancia", pues cada hombre al tomar conciencia de sí mismo descubre:

a) que no le es dado elegir el mundo en el que ha de vivir: es siempre el de un "aquí" y un "ahora", el de una situación histórica particular.

b) que su circunstancia está constituida por facilidades y dificultades de las que puede servirse o sacar provecho, como el nadador con el agua o el ave con el aire. La condición del hombre es la de náufrago o peregrino.

c) que le es ineludible, para sostenerse en el universo, hacer algo con su circunstancia.

d) y que para tratar con su circunstancia tendrá que forjar un plan, proyecto o imagen de su vida.