miércoles, 3 de febrero de 2016

PROPIEDADES DEL ENTE (Trascendentales)


Atributos del ente

El participio agente "trascendente" se usó antes que el adjetivo "trascendental" para referir a las propiedades del ente (de cualquier cosa existente). Tomás de Aquino usa la expresión transcendentium ordo, el orden de los conceptos trascendentes. Fue hacia el siglo XIV cuando empezó a usarse “trascendentales” y “transcendentalia” para referir a las propiedades del ente.

La idea había aparecido en la Metafísica de Aristóteles (IV, 2, 1004b), donde se puede leer que igual que el número posee atributos o afecciones propias como el de ser par o impar:

“El Ente en cuanto ente tiene ciertas afecciones propias, y éstas son aquellas acerca de las cuales es propio del filósofo investigar la verdad.”[1] τῷ ὄντι ᾕ ὂν ἔστι τινὰ ἴδια, καὶ ταῦτ' ἐστι περὶ ὧν τοῦ φιλοσόφου ἐπισκέψασθαι τὸ ἀληθές (1004b 15-17)


Estas afecciones o propiedades del ente en cuanto tal no son ni categorías ni géneros, son modos diversos y convertibles de decirse el ente en cuanto ente. Dicha doctrina pertenece a una onto-logía, esto es, a una teoría de la realidad o de la entidad como entidad, pero también a una doctrina lógica.

Los trascendentales son atributos del género de todos los géneros, o propiedades de una clase lógica que no pertenece a ninguna otra por ser la clase de todas las clases o –dicho en términos booleanos- el conjunto de todos los conjuntos. Al hallarse más allá de todos los géneros, clases o conjuntos de cosas (ousíai, entia), dichas propiedades son “trascendentes” o, como decimos hoy, “trascendentales”.

En la Edad Media, la doctrina de los trascendentales también se llamó de los “modos comunes del ente” o “atributos de la realidad comunes a todos los entes”. Son trascendentales porque trascienden todo ser determinado o “ser tal” como el “ser estudiante”, “ser hormiga” o “ser piedra”, es decir, trascienden toda “talidad”. Un trascendental no es una realidad, sino el modo de ser de cualquier realidad.

La teoría de Tomás de Aquino

La doctrina de los trascendentales mejor conocida es la de Tomás de Aquino. En distintos pasajes de su obra insiste en que el ente es la noción absolutamente primera del conocimiento, lo primero que el entendimiento humano aprehende.

1. Del ente en cuanto tal podemos afirmar que es por sí mismo: ens per se, donde “por sí mismo” no añade realidad al ente, como por ejemplo agregaría el color amarillo en una cosa amarilla.

2. El ente es res (cosa real).

3. El ente es unum (uno), o sea, que no está dividido, pues si lo estuviera tendríamos dos entes, pero de cada uno de ellos se puede decir que es uno.

4. Considerado no en absoluto, sino relativamente, podemos decir de cualquier ente que es una “cosa otra”, es decir, distinta de cualquier otro ente, en cuyo caso podemos decir que todo ente es aliquid (algo).

5. En relación a la mente y el pensar todo ente es verum (verdadero).

6. Y en relación con la voluntad, todo ente es apetecible y, por consiguiente, bonum (bueno).

Cuatro de estos trascendentales podrían aplicarse a Dios, el Ente per se par excellence. Pero aquí prescindimos de la teología para concentrarnos en lo lógico-metafísico.

Trascendentales sinónimos y convertibles

Ens (existente), res (cosa) y aliquid (algo) son términos sinónimos y puede decirse por tanto que no añaden nada al ente. En cambio unum, verum, bonum sí que añaden.

La unidad y el ente son “lo mismo”, por eso se dice que son convertibles. Y lo mismo sucede con las propiedades verdadero y bueno: ‘unum, verum et bonum convertuntur’. La convertibilidad no es como en ens, res y aliquid una sinonimia, pero no es tampoco una diferencia denotativa, pues cada uno de los convertibles denota “todo”, es decir, el ente. Puede decirse que las diferencias son connotativas. Verum no connota lo mismo que bonum pero denotan lo mismo.

El trascendental Pulchrum

Lo bello (pulchrum) no se incluye generalmente entre los trascendentales, pues lo bello se suele reducir a lo bueno. Por supuesto, esta es una cuestión discutida, sobre todo desde que el esteticismo de Nietzsche invirtiese la relación, reduciendo lo bueno a lo bello.

El neoescolástico Maritain ensayó solucionar el problema definiendo lo bello como “el esplendor de todos los trascendentales juntamente”. Puede oírse en esto un eco platónico pues, en efecto, tanto para el divino ateniense como para Ficino lo bello no es sino un halo que rodea toda bondad y toda verdad.

El genial semiólogo y novelista Umberto Eco dedicó su tesis doctoral al estudio del concepto de lo bello (pulchrum) en Tomás de Aquino.

Otras doctrinas escolásticas

 La doctrina de Duns Scoto (1265-1308) sobre los trascendentales fue distinta de la del Aquinate. Para Scoto los trascendentales son passiones entis, las pasiones del ente. Distinguió las passiones disyuntas de las convertibles (unum, verum, bonum). Las disyuntas se expresan en pares disyuntos: Necessarium-contingens, actus-potentia. Así, se puede decir que todo ente es necesario o contingente, pero no las dos cosas (disyunción exclusiva).

El hispano Francisco Suárez (1548-1617) habló de los trascendentales o passiones entis in communi: unum, verum, bonum (Disputaciones metafísicas III, ii, 3).

Trascendentales kantianos

Cuando la Escolástica entre en crisis la teoría de los trascendentales será a veces ridiculizada como una vana abstracción. Sin embargo, Kant hará buen uso de la expresión “trascendental” para referirse a aquello que en nosotros hace posible el conocimiento. Todo examen de tal posibilidad es también trascendental:


“Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos como del modo de conocerlos en cuanto este modo es posible a priori. El sistema de tales conceptos puede ser llamado filosofía trascendental” (Crítica de la razón pura, B25).

De este modo, el idealismo moderno no interpreta los trascendentales como propiedades del ente en sí, sino como puras condiciones subjetivas, lógicas psicológicas y epistemológicas, del conocimiento

Aunque no hace un uso unívoco de la palabra “trascendental”, Kant distingue claramente lo trascendental de lo trascendente
  • Lo trascendental hace posible el conocimiento científico de la experiencia y no va más allá de ella. 
  • Lo trascendente es lo que se halla más allá de toda experiencia posible. Son trascendentes la idea del alma, del mundo y de Dios.

Para saber más: 
Diapositiva de la presentación de un curso actual sobre trascendentales: http://www.slideserve.com/gus/propiedades-trascendentales-del-ser

Fuentes
  • Diccionario de J. Ferrater Mora
  • Atlas de Filosofía, Franz Wiedmann et al., Alianza, 2003 (3ª reimpr.) 



[1] Metafísica de Aristóteles, Trad. de Valentín García Yebra. Ed. trilingüe de Gredos, 1982.



3 comentarios:

  1. Desde hace días una pregunta ronda mi cabeza: si en el Nuevo Testamento Dios es AMOR, porque no se considera un Trascendental. Buscándo en internet sólo he encontrado un artículo sobre: "La trascendentalidad del amor personal en Leonardo Polo"

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    1. La doctrina de los trascendentales debe más al platonismo que al pensamiento cristiano. Y al amor griego (Eros) lo pinta Platón en el Banquete como un gran daimon, no un dios, un intermediario entre los dioses y los hombres, porque es hijo de la Escasez y el Ingenio. En efecto, amamos lo que no tenemos, deseamos porque somos imperfectos... De ahí se seguiría que un Ser perfecto no tendría por qué amar nada fuera de sí mismo... Claro que el Dios Creador, cristiano, es otra cosa... Y más que ser un trascendental del Bien o del Ser, él mismo es el Soberano Bien y el Ser supremo (Ipsum esse, según la fórmula de San Agustín).

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  2. Me gustaría saber si algún filósofo analítico en la tradición de Russell o Moore se ha ocupado de este interesante tema de los trascendentales.

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