lunes, 18 de diciembre de 2023

UN SABIO CHINO

 

Imagen generada por GPT4

Para Franciso Javier Pérez Antonaya


Me topé con Chuang Tzu ojeando un artículo de Oscar Wilde de 1890: "Un sabio chino". Luego me percaté de que Octavio Paz, tan orientalista, le dedicó un ensayo. Llamado por la Wikipedia Zhuangzi y por otros Chuang Tse o simplemente Maestro Zhuang, vivió alrededor del siglo IV a. C. durante el periodo de los Reinos combatientes. Se le considera el taoísta más importante después de Laozi (Lao-Tsé). Dice Luis Racionero en sus Textos de estética taoísta (1983) que el Maestro Zhuang fue a Lao-Tsé lo que San Pablo a Jesús, que fue el verdadero fundador del taoísmo como corriente doctrinal, como el Apóstol de los gentiles fundo el "cristianismo", y que registra todas las octavas del intelecto, que puede ser profundo, paradójico, alegórico, moralista, ingenioso... De todos modos, hay también quien pone en duda la filiación taoísta del Maestro Zhuang.

Enemigo declarado del confucionismo, prefería la libertad espiritual y la "acción de la no acción". Algunos de los textos que se le atribuyen bien pueden haber sido -como en el caso de los escritos acusmáticos del Corpus aristotelicum- obra de sus discípulos. Se trata de una miscelánea que incluye diálogos, apólogos, fábulas, poesías... Se le conoce como El libro de Zhuanzi, al que un emperador del siglo VIII dio el sobre título de "Verdadero Clásico de la Florescencia (Cultural) del Sur".

Wilde imagina al sabio chino sentado sobre el dragón volante de la contemplación dedicando su vida a predicar el Evangelio de la Inacción y en señalar la inutilidad de todas las cosas útiles, incluida la conciencia. "No hagas nada y todo estará hecho". No es mal credo para vagos. Ya Cicerón señaló que no hay disparate -o exageración- que o haya sido suscrita alguna vez por un filósofo. 

Wilde lo empareja con Platón por su idealismo, pues poseía el desprecio de todo idealista por los sistemas utilitarios. Lo pinta místico como Scotus Erígena a causa de su esfuerzo por transformar la inconsciencia en fuente de la más alta iluminación (en esto también serviría como precursor de los surrealistas). También lo empareja con Heráclito por su creencia en la identidad de los contrarios.

Wilde ve en su filosofía un arma antisocial. Chuang Tzu se compadece del rico más que del pobre y no hay en su dictamen sobre lo público nada de sentimentalismo. No cree en la educación: tratar de hacer buenos a los demás le parece una ocupación tan ridícula como la de golpear un tambor en el bosque para encontrar a un fugitivo. Es malgastar energías. Mira como Don Quijote hacia atrás, hacia aquella Edad de Oro en que nadie se mezclaba en los asuntos ajenos y la vida era simple y pacífica, pues la gente se contentaba con comer y vestir y los gallos perros de cada cual podían ser oídos por los demás con alegría. En aquellos tiempos felices el intolerable sentido de la obligación era desconocido... 

Pero hete aquí que todo se estropeó cuando hicieron su aparición el Filántropo, empeñado en hacer a los humanos solidarios, y el Gobernante. Para el Maestro Zhuang todas las formas de gobierno alteran el desarrollo natural del hombre y por eso son ignorantes e inmorales, y acaban engendrando la anarquía (también la secuencia histórica de los regímenes que traza Platón en su Politeía acaban en la anarquía, sólo que esta degenera aún en el peor de los sistemas políticos: la tiranía). Si se esfuerza o excita el corazón humano, piensa el maestro chino, el resulado es fatal y cuando los mandamases fracasan en hacer felices a los mandados recurren al terror que fuerza a los mejores al exilio (eso si logran quitarse de enmendio y no son purgados). Los reformadores sociales tienen la culpa de todo, junto con la acumulación de riquezas, que está en el origen de todos los males (analogía con Rousseau).

Como los estoicos, el sabio chino pone su intención en ajustarse al orden natural que, según él, es descanso, repetición y paz, mientras que la guerra y el malestar son el producto de una sociedad artificial que rinde culto al éxito. Respecto al saber, piensa que es somero si lo comparamos con la inmensidad de lo que ignoramos, y sólo lo que se ignora tiene valor (docta ignorantia). La erudición es inútil. Sólo razona el intelectualmente perdido (eso queda confirmado por el racionalismo de Descartes, que la duda radical puso en marcha) y en moral no sólo es inútil razonar, sino que la gente se desquicia cuando empieza a moralizar y desecha la espontaeidad instintiva y la intuición natural, para volverse presuntuosa y artificiosa. Por eso gobernantes y filántropos, todos charlatanes, infectan todas las edades. Los primeros oprimen al pueblo para obligarle a ser bueno y con ello consiguen lo contrario: destruyen su bondad natural. Los filántropos siembran la confusión con sus estúpidos principios que jamás se aplican a sí mismos. De ahí la conclusión del maestro: Que el altruismo universal es tan nefasto como el egoísmo universal.

El hombre perfecto sólo contempla. No adopta posiciones absolutas. "En movimiento, es como el agua; en reposo, como un espejo. Y, como el Eco, contesta sólo cuando se le pregunta". Deja que lo exterior cuide de sí mismo, no se entromete, no espía las vidas ajenas ni las envidia. Nada material le ofende; nada espiritual puede herirle. Está equilibrado, en armonía con la naturaleza, y no se esclaviza a los objetivos de la existencia. Sabe que, "igual que el mejor idioma es el que no se habla, la mejor acción es la que jamás se ejecuta". Es pasivo porque acepta las leyes de la vida.




Oscar Wilde llega a considerar al Maestro Zhuang un darwinista anterior a Darwin. Como Platón, el sabio chino adoptó el diálogo. Al poner las palabras en boca de otros puede conseguir mayor libertad de expresión. También lo considera un humorista.  He aquí una forma graciosa de exponer una doctina isomórfica del conocimiento:


Chuang Tzu y Hui Tzu cruzaban el río Hao por la presa y Chuang Tzu dijo: "Mira con qué libertad saltan y nadan los peces: esa es su felicidad". Hui replicó: "Si tú no eres un pez, ¿cómo sabes qué es lo que hace felices a los peces?". Chuang Tzu dijo: "Si tú no eres yo, ¿cómo puedes saber que yo no sé el motivo de la felicidad de los peces?". Hui argumentó: "Si yo, no siendo tú, no puedo saber lo que tú sabes, se sigue que tú, no siendo pez, no puedes saber lo que ellos saben". Chuang Tzu dijo: "¡Espera un momento! Volvamos a la pregunta inicial. Lo que tú me has preguntado es '¿cómo sabes lo que hace felices a los peces?'. Por la forma de la pregunta tú evidentemente sabes que yo sé lo que hace felices a los peces. Yo conozco el gozo de los peces en el río por el gozo que yo siento al caminar junto al mismo río".

 

  Racionero comenta: "Porque existe el isomorfismo, la naturaleza para los artistas taoístas es un espejo de la mente humana".

2 comentarios:

  1. El libre pensamiento... cuantas veces reprimido, castigado y prohibido por leyes. Amigo José la mente humana está hecha o concebida para pensar y recibir enseñanzas, pero creo que no para recibir falsa doctrina, políticas o costumbre. Aunque en nuestra sociedad el libre pensamiento queda en la intimidad del individuo y algunos lo confunden con el libre albedrio. No se si acierto en mi comentario. Feliz nNavidad junto a tu familia. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Interesante lo que dices, Guillermo, especialmente esa confusión a la que aludes entre la libertad de pensamiento y el libre albedrío. No estoy de acuerdo con el sabio chino, creo como los grandes sofistas y Platón que es posible hacer mejores a los hombres mediante la palabra y el ejemplo, sobre todo el ejemplo. Mi padre decía que la voluntad mueve, pero que es el ejemplo el que arrastra.

      Eliminar