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La gran lira del universo, según R. Fludd
(Mersenne, L'harmonie universelle, 1636) |
René Thom es considerado como el padre de la
"teoría de las catástrofes", pero esta denominación espectacular fue inventada por E.C.
Zeeman, aunque
Thom fue quien escribió y publicó en 1972
Stabilité structurelle et morphogenèse, que en 1983 fue completada
y revisada por su autor, y despertó un importante eco científico, por su aplicación en diversas ciencias, tanto naturales (geología, biología...), como humanas (sociología, etología, etc.).
Se trata de una teoría que describe con modelos matemáticos
un cierto número de fenómenos discontinuos, por ejemplo, las “transiciones de
fase”, es decir, el modo en que una sustancia pasa súbitamente del estado
líquido al gaseoso, o el modo en que un perro vacila entre la cólera y el
miedo, el ataque o la huida. Si el perro sólo tiene miedo, huye; si sólo está
encolerizado, ataca. Pero estos dos estados pueden manifestarse de una manera
más compleja, de modo que la cólera deje paso progresivamente al miedo o
inversamente; aparecen así comportamientos “catastróficos”, dramáticos, caracterizados por
cambios bruscos (v. diagrama
infra).
En su obra
Parábolas y catástrofes (Tusquets, 1985), Thom considera su teoría
no sólo como una metodología, sino también como una
hermenéutica. El término “hermenéutica” se aplica específicamente
al arte de interpretar los textos sagrados. El autor piensa que la suya
introduce una mejor
comprensión de los arcanos de la naturaleza que el
mecanicismo materialista y reduccionista de la ciencia convencional, porque predecir no es comprender. La matemática es "el testimonio impecable del idealismo de la naturaleza. La vida suprema es matemática. Todos los mensajeros divinos son obligatoriamente matemáticos". Y es aquí
donde Thom rebasa con creces los límites de las matemáticas para hacer
filosofía, e incluso metafísica, remitiéndonos al
idealismo
platónico.