La desnudez del alma
Al final de
su vida, Simone Weil (SW, 1909-1943) estudió y tradujo a los clásicos griegos.
Deseaba popularizar su sabiduría. Su ensayo “Dios en Platón” aparece en un
cuaderno redactado por la filósofa en Marsella y Nueva York, entre 1940 y 1942.
Para SW la
historia griega comenzó con un crimen atroz: la destrucción de Troya. Más que
gloriarse de ello, los griegos convirtieron ese recuerdo mítico en
remordimiento y tormento. La Ilíada es así el cuadro más conmovedor de la
miseria humana.
Toda la
civilización griega es una búsqueda de puentes y mediaciones. Su espiritualidad
se vierte en los textos de Platón que es, para SW, sobre todo, un místico.
Platón recoge
las tradiciones mistéricas y órficas anteriores[1].
Somos hijos del cielo y la vida terrenal es olvido, por eso la reminiscencia platónica, central en su
metafísica, es el reconocimiento o des-cubrimiento (a-letheia), recobrado recuerdo de las cosas divinas.