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Penía y Eros |
El mito aparece en los diálogos platónicos como un discurso dentro del discurso. El diálogo se remansa en el mito y adquiere un nuevo nivel de alusividad. Platón deja claro que lo que en el mito se narra "no es verdad", sino un "hermoso riesgo" (Fedón) una ilustración o "narración verosímil" (Timeo) que descarga sus alusiones en otro sistema conceptual en el que el humano puede verse reflejado, en una simbología en la que reconoce sus esquemas de comportamiento, el paisaje de sus deseos y hasta de sus sueños. Somos también lo que tememos y lo que esperamos, lo que ansiamos y lo que imaginamos. Sin duda, el mito es recobrado por Platón por su valor pedagógico, educativo, edificante.
La imaginación no explica dialécticamente, sino que sugiere, sugestiona, da que pensar. El lenguaje del mito es metafórico, alegórico. "La metáfora es el mito del lenguaje" -sentencia Lledó-. Una alegoría no es más que una serie continuada de metáforas. Platón combina a veces, como en República VI-VII, el tema con el foro, una comparación geométrica con otra metafórica, se sirve de la alegoría como un de un argumento analógico, para expresar una similitud de relaciones. Así, el sol es a las cosas del mundo sensible lo que el fuego (metáfora) a las cosas que llevan los porteadores sobre sus cabezas (metáfora) en el fondo de la caverna-presión (metáfora). El juego puede hacer que un mismo elemento, por ejemplo, el sol, aparezca como parte del tema y como parte del foro de la alegoría. En ella, el sol (foro) representa a la Idea del Bien (su tema), mientras que el fuego (elemento del foro) representa al sol real (su tema).