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lunes, 1 de abril de 2013

Tercer Manuscrito Marxiano


Karl MARX (1818). Manuscritos de Economía y Filosofía, 1844.


Marx nunca tuvo la intención de publicar estos manuscritos: apuntes incompletos e intuiciones sin desarrollar. Cuando se descubrieron fueron considerados “malditos” por muchos marxistas –sobre todo soviéticos- que los consideraron precientíficos e “idealistas”. Tratan del hombre más que de economía.

Íntegramente se publicaron por primera vez después de la muerte de Stalin, en Moscú, en 1956, con el título de Manuscritos de 1844; con dificultades, pues los folios de Marx estaban divididos en columnas, en cada una de las cuales se trataba un tema distinto; también surgió la polémica sobre la traducción de ciertas palabras, como las que corresponden a “extrañamiento” y “enajenación”.

El primer Manuscrito muestra las condiciones enajenantes del trabajo y el problema humano del obrero, sometido a la explotación del capitalista o del terrateniente. Trata del salario, de la progresiva miseria obrera, de las ganancias acumulativas del latifundista y el capitalista. Cita extensos textos de otros autores de la época.

El segundo Manuscrito, muy breve, trata de la propiedad privada.

El tercer Manuscrito, al que pertenece el texto propuesto para el examen de Selectividad (2015), es el más importante por el vigor de su exposición y su carácter idealista y humanista.

A partir del concepto hegeliano de “naturaleza objetiva”, Marx critica la enajenación del hombre. Sólo una revolución total, el comunismo, puede solucionar la alienación e insatisfacción humana, al hacer coincidir al humano existente con su ser social, que es su verdadera naturaleza.

Marx critica también el “fetichismo del dinero” que separa al hombre de la naturaleza. El dinero sustituye a la felicidad como fin ultimo en la sociedad capitalista. Critica a los economistas ingleses (J. S. Mill, A. Smith) por su individualismo y defensa a ultranza de la propiedad privada.

Finalmente, hace un estudio crítico del idealismo hegeliano, sobre todo basado en La fenomenología del espíritu, de la que valora la tesis del devenir dialéctico y los conceptos de enajenación y de realidad objetiva, pero critica su abstracción, su valoración del Todo por encima de las partes y la supremacía del Yo sobre la naturaleza.

Se trata de una obra juvenil. La ironía, el apasionamiento y la humanidad de los Manuscritos nos muestran el potencial positivo y creativo del autor. A pesar de sus pretensiones cientifistas, Marx influye primero por el corazón y sólo después por las ideas.