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Gilles Deleuze |
Las condiciones a
priori del mundo
En unas lecciones que impartió sobre Kant (Vincennes, primavera
de 1978), Gilles Deleuze describe la filosofía del prusiano como sofocante y
excesiva… Pero cuando uno la resiste y le toma el ritmo, toda esa bruma nórdica se disipa y queda una asombrosa arquitectura. Un filósofo no es menos
creador que un pintor o un músico, y para el francés, la máquina de conceptos
inventada por Kant es pavorosa y gira alrededor de un cierto problema del
tiempo. Kant abre una nueva conciencia del tiempo en oposición a una conciencia
clásica o una conciencia antigua del tiempo.
Como se sabe, a priori, para Kant, significa independiente de
la experiencia. Pero decir que algo es independiente de la experiencia no
impide que puede ser algo que se aplique a la experiencia y sólo a ella. Este
es el “misterio” de los juicios sintéticos a priori, esos monstruos surgidos del averno de la lógica transcendental kantiana. Al contrario que los
juicios empíricos a posteriori, los sintéticos a priori son universales y
necesarios, independientes de la experiencia, pero aplicables, extensibles, a cualquiera de
las experiencias posibles, de ahí su valor científico, cognitivo.
Pasa lo mismo con las categorías, son coextensivas a la
totalidad de la experiencia posible. Así por ejemplo sucede con el predicado “ser
causa” (importante categoría de relación). “Tener una causa" es un predicado
universal que se aplica a todos los objetos de la experiencia posible, al punto
que el pensamiento tiene necesidad de él para explicar cualquier evento. Los
predicados –o pseudopredicados- que se atribuyen a la idea de un todo de la
experiencia posible son precisamente los que Kant llama categorías, esos doce
apóstoles del pensamiento puro, seis estáticos y seis dinámicos.