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Óstracon con el nombre de Arístides, hijo de Lisímaco |
Arístides nunca quiso parecer el mejor, sino serlo. Eso lo
reconocía todo el mundo en la Atenas de su tiempo (primer tercio del s. V a. C.). Pero por aquel entonces la ciudad no permitía que
nadie sobresaliera, ni siquiera si era el mejor en excelencia o virtud (areté).
¿Por qué? ¿Por miedo a la tiranía? ¿Por envidia de la gloria
ajena? ¿Para castigar la insolencia?
Arístides fue el rival del formidable político y estratega
Temístocles, quien se quitó un gran peso de encima cuando Arístides fue condenado al exilio por ostracismo. Eso sucedió en la Atenas del 482 antes de Cristo.
El ostracismo servía de herramienta para que el pueblo soberano desterrara por diez años a cualquier sospechoso de atentar contra la
democracia. Se respetaban sus bienes y se permitía a sus familiares seguir
viviendo en el Ática, la región de Atenas. Cada año se planteaba en la Asamblea
si había que execrar a alguien de la vida pública. En caso afirmativo, cada
ciudadano escribía el nombre del que consideraba peligroso en un trozo de teja (óstracon,
donde viene la palabra “ostracismo”). Debía haber un quórum de 6.000 ciudadanos
y la persona cuyo nombre apareciese en más tejas tenía que marchar al exilio, siendo así apartado de la acción política.