miércoles, 22 de julio de 2020

ÁNGEL GANIVET




CÍNOPE & HÍPOPE


 Hijo de un molinero con dos casas y una huerta en Granada, quedó huérfano de padre muy pronto, como Unamuno. Un accidente estuvo a punto de costarle una pierna. La larguísima convalescencia le volvió infatigable lector y dependiente de los brazos de su madre durante diez años. Por ello comenzó tarde sus estudios, pero se doctoró con la máxima nota y una tesis sobre La importancia de la lengua sánscrita (1889). Antes, Nicolás Salmerón se opuso a la defensa de España filosófica contemporánea. En esta obrita el joven Ganivet lamentaba la falta de “ideas madres” que pudieran guiarle en el océano de la vida. Por entonces el krausismo tomaba tintes positivistas, enfrentado al neotomismo intransigente. El autor echaba en falta una filosofía clara y antropocéntrica.