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sábado, 19 de febrero de 2022

EL OPTIMISMO TRÁGICO DE LEIBNIZ

Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716-), sello de 1927

 

Ortega define a Leibniz como “una de las mentes más poderosas con que ha sido regalado el destino europeo”. Políglota, polímata, dominaba todos los saberes de su época e inventó algunos nuevos. Renovó la lógica, amplió la matemática, reformó los principios de la física, fecundó la biología, depuró la jurisprudencia, modernizó los estudios históricos y dotó a la lingüística de nuevos horizontes (gramática comparada). 

lunes, 31 de diciembre de 2012

Metà tà physiká.


Filosofía primera y ciencia del ser de Aristóteles

La pregunta por el ser en cuanto tal

“Hay una ciencia que estudia el ser en cuanto ser y sus atributos esenciales” –afirma Aristóteles en Metafísica, IV, 1, 1003 a 21. Esta afirmación, tras siglos de “especulación metafísica”, nos puede resultar hoy banal, pero no lo era para sus contemporáneos. El problema del ser -¿qué es el ser?- tal vez sea el “menos natural” de los problemas -explica Pierre Aubenque-. El sentido común apenas se lo plantea, pues en la vida cotidiana lidiamos con entes, es decir, con realidades concretas e individuales, no con el ser en cuanto tal.

Sin embargo, pueden parecer exageradas las afirmaciones de Pierre Aubenque de que ni la filosofía prearistotélica ni la tradición inmediatamente posterior se plantearon esta pregunta, o la afirmación de que las tradiciones no occidentales jamás la han barruntado ni rozado[1]. Para el gran comentarista francés, no nos damos cuenta de lo asombrosa que es la pregunta de Aristóteles por el ser en cuanto tal, porque vivimos dentro de su pensamiento, reflejado en la gramática que se construyó sobre sus categorías. La ciencia de ser carecía de antepasados y de tradición. No había en la clasificación de las disciplinas filosóficas ningún hueco para lo que hoy llamamos ontología. Los platónicos dividían la filosofía en dialéctica (lógica), física y ética. Para los estoicos, la filosofía podía ser imaginada como un campo, cuyo suelo es la física; el cercado, la lógica; y el fruto, la moral. De modo similar, los epicúreos distinguían en filosofía: la canónica (lógica) la física y la ética.

lunes, 16 de noviembre de 2009

ONTOLOGÍA Y EPISTEMOLOGÍA

A propósito del debate que se ha generado hoy en clase sobre la diferencia entre la Ontología y la Epistemología platónica, resumo ideas por si algo se nos ha quedado en el tintero.
En La República, Platón trata de plasmar sus inquietudes políticas vistos los desmanes que la Democracia de su ciudad, Atenas, cometía contra aquellos ciudadanos virtuosos, cual fue el caso de Sócrates. Por ello, este diálogo, lleva un segundo título "Acerca de la Justicia". Había que conseguir encontrar la perfección de la idea de ciudad, eterna y sin defectos. Sólo a través del conocimiento de esta idea permanente, el ser humano o, mejor dicho, el buen gobernante (el más sabio), podría administrar justicia y la paz sería posible. Es decir, motivos de tipo político y ético llevan a Platón a proponer la necesidad de alcanzar verdades absolutas, eternas, aquellas que no dependan de pareceres arbitrarios, locales, "relativos", sino que se presenten con necesidad y "objetividad".
En esta empresa Epistemológica, el recurso a los sentidos no podía ser de fiar, porque éstos nos enseñan un mundo en continuo cambio y devenir, como nos enseñó el maestro Heráclito. Teníamos que recurrir a la otra facultad humana de conocimiento: el Entendimiento. Con esta facultad, el ser humano puede conocer esencias (aspecto o lo común que ofrece una misma clase de entes), o al menos, se acercará a ese conocimiento. El problema que plantea la epistemología platónica es que necesita fundamentar las esencias como realidades. Esas esencias existen y por ello es posible el conocimiento objetivo, la Verdad, con mayúsculas.
Como vemos, para salvar el relativismo sofista y poder fundamentar la posibilidad del conocimiento de la verdad, Platón diseña una Ontología que habla de dos reinos: el visible (no verdadero) y el inteligible (el verdadero). En ellos podemos encontrar mayor y menor realidad y, paralelamente, mayor y menos verdad. Las Ideas son lo máximamente real y, por lo tanto, son los objetos que fundamentan el conocimiento verdadero, las Copias "no son" lo realmente real, pero se parecen a las Ideas, por lo que posibilitan un tipo especial de conocimiento que es la Creencia. Por último, tenemos los Simulacros que no pueden ser tenidos en cuenta dentro de lo que se parece a lo real, son falsos y son fruto de la Imaginación, pero que, hemos de reconocer que nos arrastran de una forma tal, que vivimos esclavos de su presencia (somos como esos "prisioneros").
La Ontología platónica, no siendo el objetivo de este Diálogo, termina siendo la base desde la que poder emprender las reformas políticas de la primera Utopía de la historia del pensamiento.