sábado, 28 de noviembre de 2009

Ideas vs. solipsismo


El siguiente texto de Antonio Machado ha sido propuesto para el comentario, ej. 9, pg. 79 de Sindéresis:

«La fe platónica en las ideas trascendentes salvó a Grecia del solus ipse en que la hubiera encerrado la sofística. La razón humana es pensamiento genérico. Quien razona afirma la existencia de su prójimo, la necesidad del diálogo, la posible comunicación mental entre los hombres. Sin la absoluta trascendencia de las ideas, iguales para todos, intuibles e indeformables por el pensamiento individual, la razón, como estructura común a una pluralidad de espíritus, no existiría, no tendría razón de existir... Para nosotros lo esencial del platonismo es una fe en la realidad metafísica de la idea, que los siglos no han logrado destruir.» Antonio Machado. Juan de Mairena, XV, 1936.

De la expresión "(ego) solus ipse" procede el término filosófico solipsismo existe el sí mismo. Sorprendentemente, en la enciclopedia libre Wikipedia, en la entrada del término, se aludía a la "alegoría de la caverna" de Platón como un precedente posible del solipsismo. He tenido que arreglar eso. Tal vez uno de los prisioneros podría llegar a pensar que las sombras que contempla en el fondo de la caverna son sólo proyecciones suyas, creaciones de su mente, es decir, podría hacerse solipsista. Pero como prueba la autoridad de Machado (en su apócrifo filosófico, Juan de Mairena), la teoría de las ideas de Platón se opone a cualquier especie de solipsismo. Éste puede verse, más bien, como una consecuencia extremosa del relativismo de los sofistas. Así, si no existe más criterio que el de cada quisque para saber qué es verdad, qué vale y qué es real, uno puede llegar a pensar que es la ipseidad, el propio sí mismo, el creador de la opinión verdadera, el mundo real y el valor moral.

Sin embargo, la objetividad inteligible de las ideas, así como la seguridad del razonamiento matemático, ofrecen a Platón un mundo común, universal, en el que es posible el consenso y el mutuo entendimiento, así como un criterio externo de verdad, basta con que el filósofo razone o dialogue razonablemente para que adquiera si quiera un vislumbre de esas realidades comunes que son las ideas universales, modelos ejemplares (paradigmas) y criterios genuinos de verdad, realidad y valor.

En la época romántica, el idealismo subjetivista de Fichte puede interpretarse como una especie de solipsismo. Aún hoy, el solipsismo aparece como una consecuencia del subjetivismo individualista, como una filosofía nihilista y larvada en el narcisismo contemporáneo del humano occidental, alentado por el halago incesante de la "internacional publicitaria", y para el cual no existen ni ideas, ni realidades, ni ideales universales, sino sólo los caprichos consumistas del yo (ego), de sus gustos y ocurrencias.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Alma en Platón y Heidegger


El pasado 10 de septiembre murió el profesor de Filosofía del IES de Vilches, Eduardo Ruiz Jarén. Leyendo uno de sus artículos publicados en ALFA (Revista de la Asociación Andaluza de Filosofía, AAFi, nº21) he encontrado este interesante comentario sobre el alma en Platón, en contraste con el Dasein (ahí del ser de la existencia humana), que trascribo más abajo como recuerdo de mi compañero y amigo.

La foto que he escogido para ilustrar su comentario es de una Pyronia cecilia (lobito jaspeado), ya muy gastada por el vuelo, libando en una flor de Matavid o tomillo blanco (Staehelina dubia), una escena de biodiversidad que todavía es posible en nuestras tierras, en padrones e islas silvestres, tierras demasiado colonizadas por el olivar.

El comentario plantea secundariamente el tema de la inmortalidad del alma. El principal argumento platónico para apostar por la inmortalidad (una "dichosa esperanza" para el hombre justo) es la afinidad o connaturalidad del alma y las ideas (Fedón).

Es posible que la palabra del griego antiguo "Psyché", de donde el cultismo español "psique", alma o mente, significase precisamente eso: mariposa. Al menos, esa es la lección filológica de Giner de los Ríos.


"La independencia -la autarquía- venía al alma platónica de su patria en el mundo de las ideas, a las que se emparentaba; y en consecuencia, ella no podía reencontrar en ese mundo nada verdaderamente extraño, a ningún extranjero. La razón, el logos, la facultad de mantenerse idéntica por debajo de las variaciones del devenir, formaba el alma de ese alma. Heidegger impugna acertadamente esa posición, pero deja el Dasein en el Mismo, como mortal. La posibilidad de nihilizarse es precisamente constitutiva del Dasein y también su ipseidad. Esa nada es su muerte, es decir, mi muerte, mi posibilidad más cierta (la de la imposibilidad), mi auténtico poder. Nadie puede sustituirme a mí para morir. El instante supremo de la resolución es solitario y personal".


Eduardo Ruiz Jarén. "Heidegger y Lévinas: dos filosofías, un mismo talante filosófico", ALFA XXI, diciembre 2007, pg. 18.


Requiem in pacem.

lunes, 16 de noviembre de 2009

ONTOLOGÍA Y EPISTEMOLOGÍA

A propósito del debate que se ha generado hoy en clase sobre la diferencia entre la Ontología y la Epistemología platónica, resumo ideas por si algo se nos ha quedado en el tintero.
En La República, Platón trata de plasmar sus inquietudes políticas vistos los desmanes que la Democracia de su ciudad, Atenas, cometía contra aquellos ciudadanos virtuosos, cual fue el caso de Sócrates. Por ello, este diálogo, lleva un segundo título "Acerca de la Justicia". Había que conseguir encontrar la perfección de la idea de ciudad, eterna y sin defectos. Sólo a través del conocimiento de esta idea permanente, el ser humano o, mejor dicho, el buen gobernante (el más sabio), podría administrar justicia y la paz sería posible. Es decir, motivos de tipo político y ético llevan a Platón a proponer la necesidad de alcanzar verdades absolutas, eternas, aquellas que no dependan de pareceres arbitrarios, locales, "relativos", sino que se presenten con necesidad y "objetividad".
En esta empresa Epistemológica, el recurso a los sentidos no podía ser de fiar, porque éstos nos enseñan un mundo en continuo cambio y devenir, como nos enseñó el maestro Heráclito. Teníamos que recurrir a la otra facultad humana de conocimiento: el Entendimiento. Con esta facultad, el ser humano puede conocer esencias (aspecto o lo común que ofrece una misma clase de entes), o al menos, se acercará a ese conocimiento. El problema que plantea la epistemología platónica es que necesita fundamentar las esencias como realidades. Esas esencias existen y por ello es posible el conocimiento objetivo, la Verdad, con mayúsculas.
Como vemos, para salvar el relativismo sofista y poder fundamentar la posibilidad del conocimiento de la verdad, Platón diseña una Ontología que habla de dos reinos: el visible (no verdadero) y el inteligible (el verdadero). En ellos podemos encontrar mayor y menor realidad y, paralelamente, mayor y menos verdad. Las Ideas son lo máximamente real y, por lo tanto, son los objetos que fundamentan el conocimiento verdadero, las Copias "no son" lo realmente real, pero se parecen a las Ideas, por lo que posibilitan un tipo especial de conocimiento que es la Creencia. Por último, tenemos los Simulacros que no pueden ser tenidos en cuenta dentro de lo que se parece a lo real, son falsos y son fruto de la Imaginación, pero que, hemos de reconocer que nos arrastran de una forma tal, que vivimos esclavos de su presencia (somos como esos "prisioneros").
La Ontología platónica, no siendo el objetivo de este Diálogo, termina siendo la base desde la que poder emprender las reformas políticas de la primera Utopía de la historia del pensamiento.

martes, 10 de noviembre de 2009

LA IDEA DE BIEN

En esta primera entrega que os hago llegar, voy a aproximarme a cuál debería ser la definición de la IDEA DE BIEN. La cuestión de las definiciones en filosofía es, desde mi punto de vista, central para desgranar el comentario de texto porque, a partir de los términos, podemos encontrar qué ideas, qué teorías están representadas en el texto en cuestión. No seáis, por lo tanto, rácanos en este apartado (el de definir), pero tened presente que sólo debéis apuntar la teoría para después desarrollarla en la Justificación filosófica.

En el primer párrafo de La República de la selección de textos que hemos (habéis) de comentar, nos introduce Platón la Idea de BIEN. Con ella, Platón, quiere mostrar a cualquiera que esté interesado en el conocimiento verdadero que es posible alcanzarlo si fijamos nuestro interés en esta Idea.

La Idea del Bien es lo máximamente real y, por ello, causa de lo verdadero. Si algo es máximamente real no puede por menos que imponerse al intelecto humano, que desea, anhela, encontrar la verdad para andar firme en el Cosmos, como el objeto de nuestro conocer. Por ello causa la verdad, porque nos ilumina en ese camino de búsqueda.
Como vemos, la Idea de Bien es principio ontológico y principio epistemológico y sus características serían las de cualquier Idea (recordemos que poseen las mismas características que el Ser de Parménides –incluida la rectificación de Meliso de Samos-), sólo que la Idea de Bien las tendría en grado sumo porque es definida como el Dios del Mundo inteligible. Este carácter especial es el que la encumbra hasta la cúspide del Mundo Inteligible y lo que lleva a Platón a establecer una jerarquía, un orden, dentro de este otro mundo trascendente. Las metáforas que utiliza en La República para referirse a la Idea de Bien es “el sol del mundo inteligible”, para ilustrar cómo es causa “vital” (causa ontológica) y cómo es causa de que podamos “ver” lo realmente real (causa epistemológica). Pero además, se presenta como causa de la bondad de las acciones privadas (causa ética) y de las públicas (causa política). De este modo, vemos cómo, efectivamente, la idea de Bien es la “piedra filosofal” sobre la que Platón es capaz de organizar todo un sistema de pensamiento que va a tener como meta principal la construcción de un Estado Ideal que toma como principio rector la Justicia.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Paginación Stephanus


"Al final de República 509b, Platón describe el bien como algo que no es esencia (ousía), sino algo que está por encima de la esencia (epékeina tês ousías) en dignidad (presbeía) y poder (dynamis)"

He puesto en negrilla el numerito que aparece en esta cita junto al nombre clásico de la Politeía platónica. Dicho numerito no refiere a la fecha de composición de la República, sino a la paginación estándar: la "paginación Stephanus".

Stephanus es uno de los nombres del editor parisino Henri Estienne (1528-1598), hijo y nieto de famosos impresores, fue quien realizó la primera edición completa de los Diálogos originales de Platón, en 1578. En todas partes del mundo, en todas las universidades y en todas las ediciones críticas de Platón, se citan los textos por la "paginación Stephanus".

La imagen que ilustra esta entrada es portada de una reedición de 1781 de la versión griega de Henri Estienne, y añade al texto griego la interpretación latina de Marsilio Ficino (un importante neoplatónico renacentista) y las referencias a Platón de la doxografía de Diógenes Laercio, historiador siciliano del siglo III d. C. que nos dejó una importante Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres (edición española en dos volúmenes de Teorema, Barcelona, 1985).