Mattia Preti. Boecio y Filosofía, siglo XVII. |
"Diversum est esse et id quod est"
Boecio
Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio nació en Roma durante el 477 en una familia noble cuando Italia ya había sido invadida por tribus bárbaras y un siglo después de la división del Imperio. Entre sus antepasados se contaban papas y emperadores. Murió decapitado violentamente en la prisión de Pavía hacia el 524. Es considerado "el último filósofo romano y el primer escolástico" porque salvó para la Alta Edad Media importante legado científico y humanista de la Antigüedad clásica. En efecto, hasta fines del siglo XII el Occidente cristiano conocerá el neoplatonismo, el estoicismo y la lógica de Aristóteles gracias sobre todo a las obras, tratados, traducciones y comentarios de Boecio, también considerado un gran maestro en música, aritmética y astronomía.
El filósofo llamará Quadrivium a las cuatro ciencias que abarcan el estudio de la naturaleza: aritmética, astronomía, geometría y música; y Trivium a las tres "artes liberales": gramática, retórica y lógica. Las primeras son disciplinas porque tratan de cosas que no pueden ser de otra manera, mientras que las artes se ocupan de objetos contingentes. Y este será el orden en que se explique y conserve el saber medieval.
Su faceta de estadista y primer ministro del rey ostrogodo Teodorico le granjeó la enemistad del partido filogótico. Fue acusado de conspirar a favor del imperio romano oriental, de espía de Bizancio y de practicar la magia, y ello le costó tortura, prisión y ejecución. La ciudad de Pavía le reconoció como mártir cristiano.
La importante distinción metafísica entre ser o existencia (quod est o esse), por un lado, aquello que hace que el ente sea; y sustancia (id quod est), es decir, por otro lado, todo el ente o lo que el ente es, procede de Boecio (Liber de hebdomadibus). Todo "id quod est" participa del "esse". Tenemos por tanto una distinción entre Ser y Ente, entre existencia y sustancia (P. Hadot). Como afirma Gilson, Boecio no planteaba todavía claramente el problema de la relación entre esencia y existencia, pero sí el de la relación entre la sustancia y el principio de su ser sustancial.
Algunas de las definiciones de Boecio se han convertido en filosofemas o tópicos de la historia de la filosofía: la de Persona como "sustancia individual de naturaleza racional"; la de Eternidad, "perfecta posesión de una vida interminable toda ella junta y a la vez"; la de Felicidad o beatitud: "un estado perfecto por la reunión de todos los bienes".
El problema de la existencia y naturaleza de los conceptos universales -que será tan importante en la filosofía medieval- tuvo su origen en Boecio. La solución que propuso el romano está inspirada en Aristóteles cuando traduce su lógica: un género es común a una pluralidad de especies; por tanto, en sí, no puede ser uno; todas sus especies lo tienen al mismo tiempo todo entero; lo mismo sucede con una especie con respecto a los individuos. Puesto que lo que es, es porque es uno, ni los géneros ni las especies pueden, por tanto, "ser". Un universal tampoco puede ser múltiple, porque unifica a los que le están subordinados: de lo contrario, nos remontaríamos indefinidamente en la serie de los géneros sin encontrar jamás uno supremo. Ni uno, ni múltiple, el universal no existe, pues, de ninguna manera, al menos no puede ser sustancia. Pero la idea que se tiene de él no es vacía, se trata de una conjunción en la que se piensa por división y abstracción, separándose con y en el pensamiento lo que está unido en la cosa. Los universales, por consiguiente, "subsisten unidos a los sensibles, pero son pensados fuera del cuerpo", "el mismo sujeto es universal cuando se lo piensa, singular cuando se lo percibe en las cosas en las que tiene su ser".
Boecio, que había sido formado en el neoplatonismo alejandrino escuchando las lecciones de Ammonio, recuerda también que Platón había sostenido la subsistencia de géneros y especies aparte del cuerpo (a parte rei), y buscando la conciliación de Platón y de Aristóteles, deja el campo libre tanto al "realismo" como al "nominalismo".
En la Alta Edad Media, la obra de Boecio fue tan leída (o tan poco leída, según se mire, porque pocos sabían ya leer) como la Biblia. Más tarde, Abelardo le llamará "el más grande de los poetas latinos", atribuyéndole también el mérito de haber transmitido en latín casi todas las disciplinas de las artes liberales griegas. En nuestro tiempo, William y Martha Kneale han estudiado su originalidad en el tratamiento y clarificación lógica de la relación de consecuencia en los enunciados condicionales. A este respecto afirma Gilson que "en ningún ámbito fue tan extensa su autoridad como en el de la Lógica". Boecio fue el maestro de Lógica de la Edad Media, hasta que en el siglo XIII fue traducido al latín el Organon completo de Aristóteles.
Pero su obra más famosa es más personal: Consolatio philosophiae o De consolatione philosophiae, en la que el autor dialoga con Filosofía, personificada alegóricamente en "una mujer de sereno y majestuoso rostro", de "porte impreciso", pues "ya se reducía y abatía semejante a uno de tantos mortales, ya por el contrario se encumbraba hasta tocar el cielo". En el vestido desgarrado de Filosofía se pueden leer las letras pi, de práctica, y thau, de teoría (πρακτική, θεωρητική), enlazadas por una escalera. Filosofía portaba en su diestra libros y en la mano izquierda un cetro.
Boecio sufre la enfermedad de los desengañados del mundo, pues ha visto y sufrido como en él los malvados son recompensados, y los virtuosos, justos e inocentes, como él mismo, todo lo contrario. Filosofía argumenta que tiene sus ojos oscurecidos por la nube de supuestos bienes terrenales. Defenderá un concepto de felicidad muy diferente a aquel de quienes la buscan en el honor, el dinero, el placer, etc. Su actitud es heredera del estoicismo. Intenta sacar de la adversidad el mayor bien, pues...
"la próspera fortuna aparta del bien verdadero con sus caricias seductoras; la adversa, trayendo a los hombres prendidos en su arpón, los hace volver muchas veces al camino de la verdadera felicidad".
La terrible duda de Boecio que le lleva al desconsuelo se expresa en términos teológicos mediante una cita de Epicuro: "Si Dios existe, ¿de dónde viene el mal? Mas ¿de dónde proviene el bien si Dios no existe?"
Se cree que la Consolación de Filosofía fue compuesta en la cárcel, mientras Boecio esperaba su ejecución. Su contenido influyó muchísimo y paradójicamente en la teología cristiana medieval, digo paradójicamente pues Boecio no cita ni una sola vez a Cristo, a la Virgen María, ni a las Sagradas Escrituras cristianas. Afirma que nadie está contento con su estado, pero no hay en él ninguna preferencia a favor del celibato. Sin embargo, sí habla a veces de la mitología y los dioses paganos. Así cuando ilustra la condición humana del libre albedrío:
"¿No aprendiste de niño que a la entrada del templo de Júpiter había dos toneles, uno lleno de bienes y el otro de males?" (Libro II)
Hasta tal punto la Consolación (lectura de Casanova en su cárcel de Venecia) puede ser leída sin sesgo confesional, como una teología meramente racional, que algunos críticos del XVIII y del XIX pensaron que Boecio no era cristiano..., hasta que se descubrió en 1877 un fragmento de su amigo Casiodoro que atribuye a Boecio un tratado sobre la Santa Trinidad, lo cual zanjó también otra cuestión autentificando la autoría boeciana de unos Opúsculos teológicos que se tuvieron antes por dudosos.
Boecio distingue entre razón y fe, y doña Filosofía habla de creencias sostenidas por la inteligencia, de ahí su neto interés racionalista, filosófico,pues se ha dicho que es el primer cristiano que elaboró una moral puramente racional. Por "filosofía" entiende Boecio el amor a la sabiduría, la búsqueda de Dios o el amor a Dios, una realidad, más que una mera habilidad práctica o un conocimiento especulativo y abstracto.
Distingue el autor cuatro tipos de conocimiento: sentidos, imaginación, razón e inteligencia, que captan respectivamente la forma unida a la materia, la forma sin materia, la especie y la forma simple (idea). Su lirismo no está exento de ironía y de familiaridad con el género griego de la sátira, género literario inaugurado por Menipo y en el que, como en la Consolación, también alternaban prosa y verso.
Si Dios es el Creador del mundo y es omnisapiente, todopoderoso y perfectamente bueno, entonces ¿por qué los malvados no son castigados y por qué los buenos perecen bajo la bota de los corruptos? Para salvar el problema del mal, martillo de teólogos, Boecio hace una fina distinción entre Providencia y Hado. Mediante su divina providencia, Dios, a la larga, o sea en la eternidad, corrige las iniquidades del Hado. El Destino mundano, que es el plan divino desarrollado en el tiempo, puede ser moralmente funesto; la providencia celestial, es decir, la voluntad de Dios, jamás.
En este mundo existe la voluble e inconstante fortuna y el azar imprevisible, que preserva la libertad del hombre, pero no para Dios que todo lo ve y acabará corrigiéndolo todo, restaurando el supremo Bien que es Él mismo. La esencia duradera del universo es así un ciclo inmutable:
"Todo se complace en volver por nuevos rumbos al origen del que procedió: no hay orden establecido que sea duradero sino el que une el principio con el fin en un ciclo inmutable" (Libro III).
La Consolación concluye con un llamamiento conmovedor, que algunos han parangonado con el final trágico del Fedón platónico:
"Cultivad las virtudes, levantad el ánimo a las rectas esperanzas, elevad al cielo humildes plegarias; grande es para vosotros la necesidad de ser buenos, ya que obráis ante los ojos de un juez que lo ve todo".
A este juez divino confía Boecio su consolación final, siguiendo la máxima de oro de Platón: "sigue a Dios" (o más bien, divinízate), pues otro nombre de Dios es Felicidad.
A su muerte, su amigo Casiodoro fundó un monasterio en Vivarium (Calabria) en el que introdujo las obras de su amigo en la formación intelectual de los monjes con el mismo propósito de incorporar el helenismo a la cultura latina, pero sin demasiado éxito, los monjes de Casiodoro eran ya demasiado ignorantes para aprovechar sus directrices, a finales del siglo VI nos encontrábamos ya en el umbral de un periodo en verdad sombrío.
Un cráter de la Luna, otro de Mercurio y un asteroide llevan el nombre latino de Boethius.
***
La clásica obra de Boecio halla incluso eco poético en el nihilismo desilusionado de nuestra época. He aquí un bello y sofisticado caso reciente:
SOBRE LA DESCONSOLACIÓN DE LA FILOSOFÍA
... después de tanto todo para nada
José Hierro
Nada espero, Boecio, y nada temo
de todo lo esperado y lo temido.
Nada me es del todo conocido.
Tal para tal, del uno al mismo extremo.
Me juego a todo y nada este blasfemo
negar temer lo inesperado sido;
si gano nada, todo está perdido:
la inmensidad, el mar, la barca, el remo.
No temo a las premisas que concluyan
que es vano esperar nada porque todo
escrito está desde antes de la vida.
Tampoco espero tiempos que rehúyan
este inútil temor que siempre el modo
encuentra de que nunca haya salida.
De Fundamentos portátiles. Ricardo Bermejo Álvarez.
Premio "Gabriel Celaya". Torredonjimeno, Jaén, 2005.
- Boecio, La consolación de la filosofía, Sarpe, Madrid, 1984
- Gilson, Étienne, La Filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1965.
- Kneale, William y Martha. El desarrollo de la lógica, Tecnos, Madrid, 1980.
- La filosofía medieval en Occidente, bajo la dirección de Brice Parain, siglo XXI, México 1974.
He leído lo tuyo del Eriugena. Gracias.
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