jueves, 3 de noviembre de 2022

AMOR PLATÓNICO

 

Iphiclides feisthamelii, chupaleches, Agosto 2022 foto JBL

Pregunta Arturo Santos: ¿Por qué el término o la expresión "amor platónico" está mal utilizada?


 Respondo:

No necesariamente mal usada, si acaso podríamos decir que usada superficialmente para referir a un amor que no se reduce al "comercio carnal": un amor espiritual, una delectación puramente psíquica entre amantes y productiva de razones y buenas obras.


La teoría platónica del Eros, la "Erótica" del ateniense, es muy compleja. En el Banquete (Symposium, Convivium) se plantea el problema del Eros refiriendo ante todo a una divinidad, que también representa una fuerza cósmica o una potencia anímica universal, del "todo con alma" (pan ensychon), del animal cósmico que es el universo para el Platón del Timeo.

Fedro, personaje del *Banquete*, retrata a Eros como el más antiguo de los dioses, inspirador de valor y sacrificio. Otro contertulio, Pausanias, distingue entre el amor pandémico o heterosexual y el celestial, según la doble advocación de una Afrodita pandémica (de anchos muslos) y otra urania. La primera  busca el placer y la reproducción, mientras que el amor celeste o uranio es homosexual (asociado a la compleja relación amante/amado (erastés/ erómenos) entre varones de distintas edades, el llamado "amor dórico").

 

Erixímaco pinta el Eros como un impulso de reconciliación y armonía entre opuestos; y Aristófanes, (representación del famoso comediógrafo que pintó la caricatura de Sócrates en Las Nubes) cuenta el mito de las "medias naranjas": Los seres humanos fuimos esféricos, dobles y con tres géneros: machihembrados (la mayoría), macho-macho y hembra-hembra, con dos cabezas, dos corazones y ocho extremidades. Tan poderosos que nos rebelamos contra Zeus, perdimos la batalla, y el padre de los dioses nos castigó partiéndonos en dos mitades. Desde entonces buscamos desesperadamente la mitad que nos complementa. Obsérvese que este mito justifica la inclinación homosexual, tanto masculina como femenina. Por su parte, Agatón relaciona el Amor con la búsqueda de la belleza, y lo define como el más tierno, hermoso y delicado de los dioses.


Sócrates interviene al final del Banquete (suponemos que su punto de vista es el del escritor, Platón) y, sorprendentemente, niega su divinidad para retratar a Eros como un demon o ser intermediario (metaxý) entre lo humano y lo divino: Eros es un demon que comunica o ensambla ambos mundos: el de los inmortales y el de los mortales, por eso Eros eleva nuestras plegarias e inspira nuestros sueños. 


Para ilustrar su idea Sócrates apela al mito que le ha revelado una sacerdotisa de Mantinea: la sabia Diotima. Eros nació de una relación sexual impropia entre dos dioses dispares. Es hijo de Poros y de Penía, o sea del Ingenio y de la Carencia, por eso ofrece tantos recursos, inventa tanto y supera muchas dificultades, pero también, porque es hijo de Miseria (Penía), anda siempre anhelante de lo que le falta, deseoso de aquello de que carece, por eso es imperfecto y no un dios.


Exuvia de cigarra montaraz, agosto 2022, foto JBL

En conclusión: Amar es desear que lo bello y bueno sean de uno para siempre, hambre de inmortalidad, ansia de eternidad, anhelo de engendrar en la belleza (ἡ γέννησις καì ὁ τόκος ἐν τôι καλôυ), tanto física como psíquica y espiritualmente. El amor está en el origen de todo impulso creador… Y por eso se puede decir que el intelectualismo socrático-platónico está vivificado por una corriente de emoción profunda. El verdadero amor es el amor del alma, "...Que sus misterios, / como dijo el poeta, son del alma, / pero un cuerpo es el libro en que se leen" (Pandémica y Celeste, de Jaime Gil de Biedma).


A este respecto, ya otro poeta, el trágico Sófocles, habló de la "exaltación divina" (Ἄτη); "Nada grandioso se aproxima a la vida mortal sin la Áte" (Antígona) y Hegel el romántico dejará escrito que "nada grande en el mundo se hace sin pasión". Sin embargo, la palabra Ἄτη acabará significando también locura y ruina. Y es evidente que las pasiones, aun amorosas, pueden obcecar, resultar funestas y enceguecer el entendimiento. Las tragedias griegas están repletas de ejemplos de pasiones letales. Si bien es verdad que no hay arte ni ley ni ciencia, ni verdad sin amor, y que por eso el alma no conserva nada, ni siquiera verdades, si se introducen en ella por la fuerza, es decir, si no son amadas o proceden del amante (v. Rep. 536d ss), también es cierto que se da el amor engañoso y fullero (eros dolerós), tóxico, decimos hoy.


Tras esta consideración ideal -¡y también realista!- del Eros, entra en escena Alcibíades al final del platónico Banquete, llega ebrio "el niño bonito de Sócrates", según las malas lenguas, el responsable de la catástrofe ateniense de Sicilia. A burlaveras reconoce el libertino su intimidad con Sócrates, de la que este no quiso, al parecer, aprovecharse sexualmente. La lujuria aparece con Alcibíades como máscara o forma irónica de una erótica más profunda y elevada que genera espíritu y verdades en las almas. Es la función del magisterio. Parece que el Tábano de Atenas restringe su Eros a vocación terapéutica y pedagógica (sobre este asunto, recomiendo los profundos escritos del gran humanista G. Steiner, Lecciones de los maestros)

Alcibíades confiesa el secreto de la superioridad erótica de Sócrates, de la capacidad seductora y educativa (paideútica) de su ironía y su mayéutica valiéndose del símil de esos amuletos toscos que ocultan la figura de un dios en su interior, así Sócrates, feo externamente como el sátiro Marsias, revela la verdad de su naturaleza en el demon que porta en su interior. Bien podrá la belleza física excitar los sentidos, mas sólo el bien y la bondad los calma.


Un estudio completo sobre el amor en Platón debería también tener en cuenta el concepto de Philía (amistad) que se discute en su temprano diálogo Lisis y la concepción del amor como locura divina (maníaentusiasmo, gracia) del Fedro. El mismo nombre de philosophos lleva en una de sus raíces (philo-) la razón de amor, que no está tanto en el deseo del amante cuanto en la belleza de lo amado. Aquí diremos que la verdad del amor es esa trascendencia de lo individual en lo específico hasta vislumbrar el género supremo de la idea del bien, que está más allá de toda realidad (epékeina tês ousías), por encima de toda esencia, porque su sentido más elemental es la generación de realidades, la esencialización de posibles.


Para el platonismo, la belleza que nos seduce e inquieta amorosamente, es el resplandor del Bien (Ficino). Las ideas platónicas sobre Eros apuntan a su consideración como una fuerza cósmica de unificación (con el precedente de Empédocles) y de elevación, de ascensión o subida (Ἀνάβασις) desde lo físico hacia lo espiritual, por la belleza en sí a que el amor atiende (belleza de los cuerpos, pero sobre todo de las almas y de sus comportamientos)…, un impulso de ascensión hacia la verdad y lo bueno en sí (junto con la dialéctica y la ascética platónicas). 

Sobre la "vía estética" y el amor a la verdad como condición de la anábasis o ascenso hacia el bien, véase mi tesis doctoral El problema de la verdad en la primera dialéctica de Platón (Granada, 1990, capítulo XI). Añadiré aquí que en Platón suceso de amor y conocimiento de las ideas se enlazan indisolublemente, pues desde la incitación y sugestión de lo bello, Eros expresa la razón originaria de toda comunión entre el mundo sensible y el inteligible, así como el origen común de todos los seres, su identidad de principio o syngéneia.


La erótica platónica ha tenido una repercusión extraordinaria en el arte, la estética, la teología y la mística de todos los tiempos. Y el Banquete no es sólo un diálogo filosófico y dramático, sino una obra de arte extraordinaria que seguirá inspirando a poetas y amadores de todo el mundo, género y condición.




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