domingo, 17 de enero de 2021

PETRUS HISPANUS (+ 1277). Dialéctica y Suppositio

 


Eventos de situación y contexto:

 ESPAÑA CRISTIANA. 23 de noviembre, 1221: Nace en Toledo el futuro monarca Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando el Santo y de Beatriz de Suabia. 5 de septiembre, 1229: Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, emprende con 55 naves la conquista de Mallorca, en poder de los musulmanes. 24 de septiembre, 1230: Fallece Alfonso IX de León, fundador de la universidad de Salamanca. 28 de septiembre, 1238: Reinos de Taifas en la España musulmana. La ciudad de Valencia capitula ante las tropas de Jaime I. 30 de mayo, 1252: fallece en Sevilla Fernando III el Santo. 18 de abril de 1254: Alfonso X el Sabio otorga a Sevilla el privilegio de abrir dos mercados

FRANCIA. 12 de abril, 1229: Reinado de Luis IX el Santo. Guerra contra los cátaros. 15 de mayo, 1229, bajo la regencia de la madre de Luis IX, Blanca de Castilla, se producen tumultos estudiantiles, peleas de taberna que provocan una desproporcionada intervención de la Guardia Real con muertos y heridos, seguida de la primera huelga estudiantil conocida de la historia. Duró dos años y finalizó gracias a la mediación del Papa Gregorio IX. 25 de agosto, 1270: Octava cruzada contra el territorio del actual Túnez, sin resultado positivo, Luis IX fallece a causa de la peste. 13 de octubre, 1307: Felipe IV el Hermoso dicta un decreto contra la Orden militar del Temple y su “Gran Maestre” Jacques de Molay. Principio del fin de los templarios.

 

El probabilismo dialéctico medieval. Shyreswood y Petrus Hispanus

 ¿Trata la lógica de cosas (res) o de palabras (voces)?

En el siglo XII dos partidos discutían esta espinosa y complicada cuestión. Abelardo se inclinó por un nominalismo conceptualista, frente a los “realistas” y contribuyó así a fortalecer la lógica como ciencia independiente, libre de presupuestos metafísicos. Bajo su inspiración se impartirá Lógica en las recientes Facultades de Artes, gracias a profesores todavía hoy mal conocidos[1]: William de Shyreswood (+ 1249) y su alumno de París Petrus Hispanus o Pedro de España[2], quien alcanzó el papado con el nombre de Juan XXI hasta su fallecimiento en 1277. Son las Summulae logicales que continuarán Psellos y Lamberto de Auxerre en su Summa lógica (h. 1250).

Cabía el peligro de que la lógica misma se convirtiese en método metafísico, pero la navaja  de Ockam se mostrará eficaz ante esta sustancialización de la lógica. La reducción de lo real a lo individual y de lo universal al significado de los términos generales sentaría la base de la futura crítica de la metafísica. “Para el terminista [nominalista] el concepto o la idea, los géneros y las especies no son sino términos ya orales, ya escritos, que se llaman géneros o especies por relación a los términos mentales quo designan; pero sin admitir distinción real entre lo singular y lo universal. Para los escotistas[3], a los géneros y especies, a toda idea universal, corresponde un grado de entidad común a todos los individuos que el universal contiene; de aquí la llamada distinción escotista. Para los tomistas, el universal no existe formaliter más que en el entendimiento, pero tiene su fúndamento en las cosas”[4].

En las primeras décadas del siglo XIII, los estudios de la Facultad de Artes de París tenían por centro de gravedad la gramática especulativa y la lógica del lenguaje. Las Introductiones in logicam del inglés Guillermo de Shyreswood tuvieron una difusión restringida a causa del extraordinario éxito que alcanzó la obra análoga de Petrus Hispanus orientada hacia una dialéctica de la probabilidad (silogismo dialéctico). Shyreswood distinguía entre un silogismo demostrativo (seguro, científico), otro dialéctico y un tercero sofístico (falaz o de fines suasorios[5]). El argumento dialéctico parte de lo probable (tópicos, lugares comunes) y concluye en la opinión (opinatio, doxa griega) y en él centra su estudio, o sea, la enseñanza de la dialéctica concebida como arte de llegar a opiniones probables, a mitad de camino entre la certeza de la ciencia y las falsas apariencias de la sofística.

Su discípulo en París, Petrus Hispanus, que también fue maestro en la ciudad del Sena, profesor en Siena y arzobispo de Braga, define la Dialéctica como arte de las artes, ciencia de las ciencias, pues tiene vía hacia todos los métodos. Como se ocupa de los principios de todas las ciencias su adquisición merece ser prioritaria. Las Summulae logicales fueron usadas como manual en las universidades medievales por profesores de todas las escuelas filosóficas y teologías rivales, señal de que su dialéctica no se comprometía con ninguna doctrina particular. Además de esta obra de lógica se le atribuye otro volumen Sincategoreumata,  o sea sobre los sincategoremáticos, que son aquellos términos lingüísticos que no tienen significado propio: conjunciones, disyunciones,  cuantificadores[6]

El elenco completo de sus comentadores aburriría al lector pues fueron legión[7]. Puede incluso que este probabilismo dialéctico haya influido en el probabilismo renacentista. No obstante, el carácter dialéctico de la lógica de Petrus Hispanus no desembocó en el escepticismo filosófico. Petrus Hispanus no era sólo un eminente lógico, sino que extendía su enseñanza a la física, la psicología, la metafísica y la moral mediante comentarios a los tratados de Aristóteles. Fue también médico al que se atribuyen textos de esta especialidad. Además, su obra principal fue un tratado De anima, diferente de la obra de Aristóteles del mismo título. En esta obra propone una teoría del conocimiento como síntesis de la Iluminación de San Agustín y la concepción de la emanación y las inteligencias de Avicena. Definición, división y argumentación constituyen lo que el autor llama modo de saber (modus sciendi) en que se manifiesta lo desconocido. 

Es curioso –dice Gilson- que el mismo año de su muerte como Papa Juan XXI (1277), el aristotelismo naturalista, tanto en su vertiente averroísta como avicenista, sufriese la censura del obispo de París Esteban Tempier. Ya a principios de ese año, el Papa había publicado una bula de advertencia a los Maestros de Artes de la Universidad de París y el obispo de París citado promulgó en marzo un decreto que condenaba 219 tesis, varias de ellas se parecían muchísimo a las que sostenían los dialécticos, otras de orden moral se dirigían contra el tratado del amor cortés de Andrés el Capellán (Liber de Amore[8]). La condena se extendía también a la filosofía de Tomás de Aquino e incluía el averroísmo latino en una especie de naturalismo que reivindicaba los derechos de la naturaleza pagana contra la naturaleza cristiana, de la filosofía contra la teología, de la razón contra la fe[9].

Algunas de las tesis condenadas muestran hasta donde se pudo llegar en la heterodoxia, si no en los escritos, en las discusiones: que el cristianismo fideísta impide instruirse, que hay en él fábulas y errores como en otras religiones, que no se sabe por saber teología… Parece –explica Gilson- un anticipo de Voltaire. Son tesis que se sostienen a su vez en la creencia de que la verdadera sabiduría no es la de los teólogos, sino la de los filósofos. La eternidad del mundo, la unidad del entendimiento agente en la especie humana, la mortalidad del alma, la negación del libre albedrío… todas estas creencias tenían por raíz la identificación aristotélica, aceptada por Avicena y Averroes entre realidad, inteligibilidad y realidad, tanto en las criaturas como en el Creador. Dios no puede producir el mundo sino tal y como es. Evidentemente, entre el Jehová hebreo que crea el mundo como le da la gana, o sea según su santa voluntad, e interviene milagrosamente en la naturaleza cada vez que quiere y el Demiurgo greco-árabe cuyos efectos se encadenan necesariamente según el orden férreo de la causalidad, la incompatibilidad era absoluta. Por eso Siger de Bravante y Boecio de Dacia, los más señalados averroístas, dieron con sus huesos en la cárcel de la Inquisición. Este Boecio de Dacia fue autor de una importante gramática especulativa (Tractatus de modis significandi).

 

Edición de Rijk,
de referencia para la traducción mejicana.
.

Tractatus logicos de Petrus Hispanus

 El caso fue que las Summulae logicales de Petrus Hispanus (primero llamadas Tractatus) eran usadas todavía a comienzos del siglo XVII. Este manual de lógica –dice J. Hirschberger- ha sido el manual de lógica más estudiado de cuantos se han publicado[10]. Su éxito no pudo deberse sólo a contener más y mejores versos mnemotécnicos que la obra de Shyreswood, como insinúan los Kneale. “La exposición que Pedro hizo de la teoría aristotélica es tan clara, tan metódica, tan concisa y a la vez tan completa, que no se concibe una simplificación mayor de la materia contenida en los Primeros Analíticos. En ella aparece por vez primera el empleo de las vocales A, E, I, O, para designar las proposiciones con su forma y extensión[11]; en ella se encuentran reducidas a leyes y fórmulas muy sencillas no solo las condiciones (pie que debe reunir todo silogismo), sino hasta el procedimiento para reducir todos los modos teofrásticos [de Teofrastro], de segunda y tercera figura, a silogismos perfectos de primera figura”[12].

El éxito de las Súmulas fue tal, que en el XVI se tradujeron incluso al griego[13]. Constan de doce tratados, seis relativos a temas aristotélicos[14]: composiciones, predicables, categorías, silogismos, tópicos, falacias (logica antiquorum, vetus et nova) y otros seis con temas típicos medievales: suposición, partículas relativas, ampliación, apelación, restricción y distribución (De terminorum Propietatibus, logica modernorum vel Parva logicalia).

Petrus Hispanus sigue a Abelardo en la interpretación de los enunciados condicionales como aserciones de conexión necesaria. Así, para que un condicional sea verdadero se requiere quod antecedens non possit esse verum sine consequente, de manera que omnis conditionalis vere est necessaria. Sin embargo, no sigue a Abelardo en la teoría de las proposiciones modales. A este respecto, propone dos consecuencias lógicas que parafrasean W. y M. Kneale inspirándose en la Summa de Ockam:

1. De la negación de la necesidad a la posibilidad de la negación y viceversa. Sea N, es necesaria la verdad de…, y P es posible la verdad de…, y siendo A cualquier proposición: ¬NA <=> P¬A.

2. De la negación de la posibilidad a la necesidad de la negación y viceversa: ¬PA <=> N¬A.

 

La suposición (suppositio)

 La teoría de la suposición constituye el corazón de la lógica terminalista o nominalista. La suppositio se distingue de la significatio porque no es propia del término aislado sino del término en cuanto se repite en las proposiciones y constituye si dimensión semántica. Dice Pedro Hispano: “La suposición y la significación difieren en que la significación es la imposición de una voz la cosa significada mientras que la suposición es la aceptación del mismo término ya significante para cualquier otra cosa, por ejemplo, cuando se dice ‘el hombre corre’ este término ‘hombre’ alude a Sócrates, a Platón, o cualquier otro. La significación es antes que la suposición, pero no son idénticas ya que el significar es propio de la voz y el suponer lo es del término ya compuesto de voz y significación” (Summulae, 6, 03)

Pedro Hispanus no introdujo grandes novedades en relación a las propiedades de los términos que llamaba significatio, copulatio y appellatio, pero sí innovó respecto de la suppositio, que dividió así:

 

División de la Suppositio en las Súmulas de Pedro de España

Pedro de España soslayó la distinción de su maestro Shyrewood entre suppositio materialis y suppositio formalis. La distinción entre suppositio naturalis y s. accidentalis era novedad. La primera la posee un término cuando suple por todas aquellas cosas de las que es predicable, por ejemplo, la suppositio del término ‘hombre’ cuando se usa para representar a todos los hombres pasados, presentes y futuros, como cuando se dice Omnis homo est mortalis. Por eso los tiempos verbales restringen más bien que amplían las suppositiones de sus sujetos. Llama la atención ver la suppositio simplex bajo el rótulo se suppositio accidentalis. La razón puede que sea porque un término sólo adquiere del contexto accidental su suppositio simplex. No obstante, el lógico hispano se muestra incierto respecto a la misma. Es el tipo de suposición del término ‘animal’ en la proposición “Todo hombre es animal”, pero más tarde cita el mismo ejemplo para ilustrar la suppositio confusa necessitate rei.

Abbagnano sí considera clara la distinción entre suposición simple y suposición personal que aceptarían los lógicos posteriores. Existe suposición simple cuando el término común se emplea para la cosa universal que el mismo representa, como cuando se dice “El hombre es una especie”: en cuya proposición el término ‘hombre’ está en lugar del hombre en general y no por un individuo humano determinado. En cambio, hay suposición personal cuando el término común está en lugar de los individuos comprendidos por el mismo, como en la proposición “el hombre corre”, el término hombre está en lugar de los individuos humanos, o sea, el lugar de Sócrates, de Platón y de otros. El mismo historiador comenta que la doctrina de la suposición es el mejor instrumento forjado por la lógica medieval para un uso empírico de la misma lógica, es decir, un uso que no concierne a entidades de orden metafísico o teológico, sino a realidades o conceptos que aceptan el límite de la experiencia y son accesibles a la inteligencia humana.

 

Cuadrilátero de Apuleyo o de Boecio, 
con las oposiciones lógicas
de las proposiciones categóricas de Aristóteles

Otras propiedades de los términos

 En cuento a la appellatio, adelanta la interesante sugerencia de que tanto la significación como la suposición y la apelación de los términos singulares como ‘Petrus’ y los generales como ‘homo’ cuando revisten suppositio simplex recaen sobre idénticos objetos, con lo que parece reconocer que el término universal con suposición simple se usa como nombre propio de un género, de lo cual resultaría una teoría del uso de los términos generales (universalia) con suppositio personalis pro suis inferioribus.

En el apartado De Distributionibus de sus Summulae contraría a su maestro Shyreswood que creía que la partícula ‘omnis’ (todo) requiere al menos la existencia de tres ejemplares del término al que se aplica como cuantificador. Pedro afirma que si se coloca el signo de universalidad ante el término ‘phoenix’ (fénix), que es una sola cosa en cada instante, ‘omnis’ distribuiría a dicho término tan sólo por respecto a ese único individuo (non distribuit ipsum nisi pro unico supposito). Es probable que Petrus –como Abelardo- reputase de falsa proposición Omnis chimaera est chimaera, por el hecho de no existir quimeras.

Tanto Guillermo de Shyreswood como su discípulo fueron realistas, ya que pensaban que los universales significan características que las cosas pueden poseer realmente en común. Algo muy diferente de lo que dirá Guillermo de Ockam en su Summa Totius Logicae, para el cual todos los signos –naturales o convencionales- únicamente representan cosas singulares, únicas cosas que existen en el mundo.

 

Versos y nombres mnemotécnicos para los 19 modos válidos del silogismo aristotélico. 
                               Tomado del manual de Alejandro Díez Blanco, Elementos de Filosofía, Valladolid, 1953.


De la distribución de los términos

 De todo el complejo edificio elaborado por los lógicos medievales sólo sobrevivió la doctrina de la distributio terminorum confinada su utilidad a las reglas del silogismo, caracterizado por la subordinación del término-sujeto de la conclusión al término-medio distribuido en, por lo menos, una de las premisas. Petrus Hispanus define la distribución como la propiedad supuesta por un término universal cuando es usado para suplir por todos los individuos a los que es o sea aplicable. “Distributio est multiplicatio termini communis per signum universale facta”. Dicha multiplicatio o cantidad es la extensión [15] del concepto.

Las reglas silogísticas de la distribución exigirán: 1. Que el término-medio esté distribuido al menos en una premisa, es decir usado en toda su extensión al menos una vez.; y 2. Que un término que no esté distribuido, o sea, usado en toda su extensión, en las premisas no puede estarlo en la conclusión. En las proposiciones categóricas están distribuidos los predicados de las afirmativas (todo insecto es artrópodo, algún político es corrupto) y no distribuidos los de las negativas (ningún gusano es matemático, algunas aves no son voladoras). La distribución de los términos-sujeto depende evidentemente del cuantificador. ‘Todo’ y ‘ningún’ distribuyen, ‘algún’ no distribuye. Así, cuando digo “Ningún escarabajo es felino”, ambos términos, escarabajo y felino están distribuidos, o sea, usados en toda su extensión, pero en “Algún insecto es alado” ningún término está usado en toda su extensión, pues su verdad no supone ni suple por todos los insectos ni por todos los alados. Un silogismo como el siguiente:

Todas las ruedas son redondas

Todas las boinas son redondas

Ergo todas las boinas son ruedas

 Es precisamente inválida porque el término medio ‘redondas’ no suple por todas las ruedas, es decir no está usado en toda su extensión, no está distribuido en ninguna de sus premisas, ya que en ambos casos es predicado de categóricas afirmativas.

 

En honor de "un Pedro Hispano dominico",
hipotético autor del celebérrimo Tractatus lógico, en Estella (Navarra)

Nota bibliográfica

Gilson, Étienne. La Filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1965.

Kneale, William y Martha. El desarrollo de la lógica, Tecnos, Madrid, 1980.

Las Summulae han sido editadas por I. M. Bochenski: Petri Hispani Summulae Logicales quas e códice manu scripto Reg. Lat. 1205 edidit I. M. Bochenski, Turín, Marietti, 1947. Edición todavía asequible en Iberlibro (42 € más gastos de envío).

También existe una traducción en español del Tractatus de Pedro Hispano llamados después Summulae logicales de Mauricio Beuchot, editados por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, basada en los manuscritos e introducción de L. M. Rijk., parcialmente legible en la biblioteca de Google y totalmente asequible en SCRIBD previo registro.

Es lástima que sea tan difícil acceder a la obra de un autor tan interesante desde el punto de vista de la teoría del significado y la lógica del concepto.

 


[1] Estos profesores eran “artistas”, porque pertenecían a la facultad en que se enseñaban las siete artes liberales, tal facultad alcanzó cierta autonomía cuando se conocieron en Occidente todas las obras de Aristóteles (“recepción de Aristóteles”), ya que los teólogos no pudieron hacerse cargo de toda la materia de estudio. Tal fue el comienzo de nuestras recientes “facultades de filosofía y letras” (cfr. Hirsberger. Breve historia de la filosofía, Herder, Barcelona 1982, 2ª, II, II, 1.

[2] Se discute si era de origen portugués: Pedro Juliano (la hipótesis más probable, hijo lisboeta del médico Julião Rebelo y de Teresa Gil), o si era castellano o navarro. Por entonces, el nombre romano “Hispania” era aún sinónimo de toda la península ibérica. Las investigaciones de Ángel d’Ors hicieron pensar que Petrus Hispanus y el autor de las Sumulas podría no haber sido el Papa Juan XXI, sino un dominico enterrado en Estella (Navarra)… Seguramente nació en la segunda década del siglo XIII, en Lisboa (Abbagnano).

[3] Seguidores del escocés Juan Duns Scoto (1266-1308).

[4] Alberto Gómez Izquierdo, “Apuntes para la historia de la Lógica en España”, BNE (digital).

[5] El fin del silogismo sofístico es dar la sensación de que se lleva razón, es decir, la gloria y triunfo en la discusión mediante la persuasión. Su instrumento es la verosimilitud o apariencia de probabilidad, el “suena bien” del sermo vulgaris, de la propaganda política y de la publicidad comercial. La Retórica es el arte suasorio por excelencia, una de las tres disciplinas del Trivium medieval junto con la gramática u la lógica o dialéctica.

[6] En una nota de su obra Los métodos de la lógica, W. V. Quine escribe: “En la Antigüedad fueron los estoicos quienes investigaron sistemáticamente la lógica de la disyunción, la conjunción y la negación: en la Edad Media, se ocuparon de este mismo tema Petrus Hispanus, Duns Scotus y otros”.

[7] V. Étienne Gilson. La Filosofía en la Edad Media, VIII, VI, Gredos 1965, pg. 515. Las Súmulas de Pedro de España fueron el texto clásico de las escuelas hasta que escribió las suyas Domingo de Soto (Zeferino González, Historia de la Filosofía, 1886, cap. 65).

[8] Traducido normalmente al castellano como Libro del Amor Cortés.

[9] La primera traducción de los comentarios de Averroes a Aristóteles llegó a París poco después de 1230. Hacia 1270 la llama del averroísmo ya había prendido en la Facultad de Artes, cuyo trabajo ya no se centra en la lógica (v. Felipe Mnez. Marzoa. Historia del Filosofía, I, 6ª, C.).

[10] Johannes Hirschberger. Breve historia de la filosofía, Herder, Barcelona 1982.

[11] A adfirmat, negat E, sed universaliter ambae,/ I firmat, negat O, sed particulariter ambae.

[12] Alberto Gómez Izquierdo, “Apuntes para la historia de la Lógica en España”, BNE.

[13] Lo que provocó la injustificada hipótesis de que fueran la traducción de un original bizantino. N. Abbagnano afirma en su Historia del pensamiento (3ª, XVII, 289) que las Summulae logicales tienen idéntico contenido que la Sinopsis de la lógica aristótélica atribuida a Miguel Psello (1018-1078 ó 1096), pero en que en realidad la Sinopsis que se atribuye a Psello es traducción griega de las Summulae logicales de Jorge Scholarios (1400-1464).

[14] La primera parte de las Súmulas es compendio personal y meritorio de Aristóteles y Porfirio. V. A. Gómez Izquierdo, “Apuntes para la historia de la Lógica en España”, BNE digital.

[15] Compárese: “Cuando tengamos que hablar de clases, denominaremos a la clase de todos los objetos de los cuales es verdadero un término, la extensión de dicho término. La extensión de ‘perverso’ es, por consiguiente, la clase de las personas perversas; la de ‘satélite natural de la Tierra’ es la clase cuyo único miembro es la Luna; y la de ‘centauro’ es la clase vacía. Se dice que los términos tienen extensión, igual que los enunciados tienen valores de verdad”. Quine. Los métodos de la lógica, Barcelona 1981 (he modificado ligeramente la traducción de J. L. Acero). Bochensky considera a Quine un nominalista que quiere poner la lógica en el mismo plano de la ontología como Juan de Santo Tomás.

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