jueves, 7 de enero de 2010

Cuestiones peripatéticas y helenísticas


En oscuro, la increíble extensión que alcanzó el Imperio de Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles


1. Aristóteles vs. Platón

A lo largo de la historia de la filosofía se ha discutido mucho si Aristóteles es compatible con su maestro... El importante humanista español Fox Morcillo ensayó su conciliación..., que es muy difícil porque Aristóteles, según la tradición, se tuvo siempre por "amigo de Platón, pero más amigo aún de la verdad".

Platón halló el ser (esencia) en la inmovilidad perfecta de la idea; su discípulo de Estagira, en la actividad y dinámica (potencia) de la sustancia hilemórfica, individual, ya en acto por toda la eternidad.

Aristóteles reprocha a Platón haber confundido la "sustancia segunda" con la "sustancia primera" (cfr. pg. 86 de Sindéresis, párr. 4).


Para Aristóteles, las ideas son una inútil reduplicación del mundo (argumento del "tercer hombre") y la determinación matemática de la forma, que expresa la gran influencia del pitagorismo en Platón, es accidental y no sustancial. "De todas las opiniones expuestas la más absurda, con mucho, es decir que el alma es número que se mueve a sí mismo" (Aristóteles, Acerca del alma, I, 408b).

En realidad, Platón es un matemático, un poeta (aunque abomine de los poetas), y un místico; Aristóteles, un naturalista, un atento observador de la naturaleza, hijo y nieto de médicos hipocráticos. Naturalmente, desarrollaron visiones distintas del mundo, aunque compartiesen un similar marco cultural.

Tampoco en el método estuvieron muy de acuerdo. Aristóteles considera el razonamiento dialéctico como un tipo de argumentación meramente probable, mientras desarrolla su propia lógica de la demostración o razonamiento apodíctico, necesario y seguro (silogística). Platón cree en el innatismo de las ideas, que el alma recuerda habiendo vivido antes en la eternidad del Reino de la Verdad (Fedro); Aristóteles cree en la construcción del conocimiento a partir de experiencia sensible, representada y abstraída por la predicación lógica, en el juicio lingüístico.

Sin embargo, no hemos de exagerar el contraste entre el divino ateniense y el sagaz estagirita. Para Aristóteles, también existe lo universal, la forma, pero in re (en la cosa), mientras que para Platón existe lo universal, la idea o forma, a parte rei, a parte de la cosa. Al primero podemos considerarlo por ello realista moderado, mientras que al segundo, al divino ateniense, hay que considerarlo realista extremo (las ideas son cosas), que es lo mismo que decir idealista. El mismo Aristóteles incurrió en el "error" de considerar el aparente inmovilismo de los astros como prueba de su perfección...

Y por último, también las filosofías prácticas de ambos son distintas. La de Aristóteles, más moderada y democrática, no nos pide que nos comportemos como hormigas ni como dioses, sino que desarrollemos los fines y disposiciones que nos son propios, de modo prudente y virtuoso, para hacernos encontradizos con la felicidad. La ética de Aristóteles se distancia del intelectualismo socrático, ya no importa tanto el conocimiento para llevar una vida recta, pues la virtud no es sólo conocimiento sino sobre todo acción ("por sus obras los conoceréis"), lo que importa es cierto esfuerzo en el control y equilibrio de las potencias naturales, en orden a la libre consecución de una doble naturaleza hecha de buenos hábitos, de un carácter (êthos) virtuoso, apto para la vida teórica, para la contemplación intelectual del ser.

2. y 3. Progreso de la ontología de Aristóteles ante la teoría de las ideas. Su noción clave.

Si bien Platón busca puentes y fuerzas intermediarias entre el mundo sensible y el inteligible (el alma, el amor...), su teoría puede entenderse como un gradualismo o como un dualismo cosmológico que afirma la existencia auténtica del mundo ideal, al que accedemos por medio de la razón, y la existencia imperfecta y desfigurada de un mundo que imita y participa de las Ideas.
Aristóteles amplía la noción del ser de su maestro añadiendo una serie de sentidos: ser por sí o por accidente, ser verdadera o falso, ser en potencia o en acto. La verdad no se predica ya directamente del ser, sino del ser dicho, del lógos, del juicio que construimos con abstracciones, cuando refiere adecuadamente al mundo sensible, único real.

Aristóteles valora más la realidad material que su maestro, es el sustrato o suporte último de todas las transformaciones. Entre el ser y el no ser, Aristóteles desarrolla su genial noción de potencia, como posibilidad real, no meramente lógica, de un cambio de estado. Esta es la mayor aportación de Aristóteles sobre Platón en su concepción del ser (ousía, sustancia): concebirlo como actividad, lo cual legitima a la física como ciencia del movimiento (kinesis).

4. ¿Por qué la física de Aristóteles es teleológica?

En el ser natural, concebido de modo biológico y orgánico, forma, agente motor y fin coinciden. Pero el finalismo de Aristóteles es inmanente, el fin no está fuera de los entes naturales, sino dentro de ellos mismos, es intrínseco, como aquello a que apuntan los entes naturales en sus actividades (telos) y aquello que los completa y perfecciona (entelequia).

5. Análisis de la noción aristotélica de movimiento.

Aristóteles define el movimiento como "el acto de la potencia en tanto que está en potencia". El acto tiene prioridad sobre la potencia desde el punto de vista físico, lo mismo que la forma sobre la materia (el elemento sin ritmo) a efectos de inteligibilidad lógica. No sólo se requiere un ser en acto como motor para producir la actualización de una potencialidad, sino que el acto es al mismo tiempo el fin del movimiento, como forma plena del ser (entelequia): el acto actualiza la forma, que es potencialidad de la materia. El acto no es más que la forma concebida de un modo dinámico, como una fuerza viva.

6. Causalidad de Aristóteles: Cfr. Sindéresis pg. 89 Párrafo 2. Ejemplos y contraste entre nuestra concepción de la causalidad y la aristotélico-tomista.

Refiriéndose al ingrediente aristotélico de la Suma Teológica de Tomás de Aquino (s. XIII), José Gaos, en su Historia de nuestra idea del mundo (1973), afirma lo siguiente...

"Para un griego tenía sentido dar a la pregunta '¿por qué?' (...), '¿por qué existe esta mesa o este ser humano?', una de estas cuatro respuestas: 'porque es de madera' o 'un cuerpo vivo', 'porque tiene forma de mesa' o 'alma', 'porque la hizo un ebanista' o 'lo engendró su padre', 'porque la hizo para poner cosas encima', o 'porque lo engendró para ser feliz'; que es decir que la palabra 'causa' tenía cuatro sentidos: el de la madera o el cuerpo vivo, materias o causas materiales de la mesa o del ser humano; el de la forma de mesa o el alma, formas o causas formales de los mismos dos seres; el de ebanista o el padre, autores o causas eficientes de ellos; y el del poner cosas encima o ser feliz, fines o causas finales de los mismos. Para nosotros, en cambio, la palabra 'causa' ya no tiene más sentido que el de la eficiente. Si antes de lo que acabo de exponer, le hubiese preguntado a uno de ustedes, que tampoco hubiese hecho estudios filosóficos, naturalmente, cuál era la causa de esta mesa o de tal o cual de ustedes mismos, me hubiera respondido exclusivamente que el fabricante de la mesa o los padres de la persona. No se le hubiera ocurrido decir que la causa de la mesa o de la persona era ni la forma ni la finalidad de la mesa, ni el alma de la persona ni su felicidad, ni, menos que todo, la materia, la madera, de la mesa, ni el cuerpo vivo, la materia organizada, de la persona. Y no se le hubiera ni ocurrido nada de esto, y hubiera respondido exclusivamente lo dicho, justo porque de la historia de nuestra idea del mundo es parte esencialísima, como dije antes, la inclusión de la causalidad material en la eficiente, y la lucha contra la causalidad de las formas entendidas a la manera de Aristóteles y Santo Tomás y contra las causas finales, en favor de las solas causalidades eficiente y formal, entendida ésta de otra manera... Pero Santo Tomás se apropió la filosofía aristotélica de las causas, haciéndose las ideas de que los seres no puramente espirituales, incluso los humanos, son compuestos de una materia individuada y una forma específica, mientras que los seres puramente espirituales, incluso Dios, son formas puras (...). La misma filosofía sirve a Santo Tomás para 'idear' filosóficamente la relación entre Dios creador y las criaturas todas: de todas ellas, incluso de la materia de todas ellas, es Dios la causa eficiente, final y formal".

7. Comparación entre el alma del mundo del Timeo y el entendimiento agente aristotélico.

Puede abrirse o descargarse nuestro comentario al Timeo platónico en http://cablemodem.fibertel.com.ar/laescalera/theosophia.htm

Platón concibe la naturaleza como un organismo viviente e inteligente, como un "todo con alma" (pan empsichón), pues el Demiurgo (el Dios "alfarero" del Timeo, una figura de la que se sirve Platón para explicar la introducción de forma, orden y finalidad en el cosmos) colocó la razón en el alma y el alma en el cuerpo. En su astronomía animista, Platón considera "dioses" a los astros...

El intelecto activo o poyético es para Aristóteles una potencia que abstrae las formas de las imágenes de las cosas. En el libro I de su tratado Acerca del alma, Aristóteles afirma:

"El intelecto (...) parece ser -en su origen- una entidad independiente y que no está sometida a corrupción. A lo sumo, cabría que se corrompiera a causa del debilitamiento que acompaña a la vejez, pero no es así, sino que sucede como con los órganos sensoriales: y es que si un anciano pudiera disponer de un ojo apropiado vería, sin duda, igual que un joven. De manera que la vejez no consiste en que el alma sufra desperfecto alguno, sino en que lo sufra el cuerpo en que se encuentra, y lo mismo ocurre con la embriaguez y las enfermedades. La intelección y la contemplación decaen al corromperse algún otro órgano interno, pero el intelecto mismo es impasible. Discurrir, amar u odiar no son, por lo demás, afecciones suyas, sino del sujeto que lo posee en tanto que lo posee. Esta es la razón de que, al corromperse éste, ni recuerde ni ame: pues no eran afecciones de aquél, sino del conjunto que perece. En cuanto al intelecto, se trata sin duda de algo más divino e impasible" (408b).

En su traducción de este comentadísimo texto, Tomás Calvo Martínez anota que estas palabras han de entenderse en conexión con la doctrina propuesta por Aristóteles en Acerca de la generación de los animales II, 3, donde se afirma que "solamente el intelecto adviene desde fuera y sólo él es divino". Para Aristóteles, el entendimiento activo no es individual, sino participado por los individuos.

Evidentemente, tanto la concepción platónica de la razón y sus facultades superiores, como la aristotélica del noûs poietikós estaban muy influidas por las noción de Anaxágoras de un noûs sin mezcla, divino e independiente.

8. ¿De qué factores hace depender el Estagirita el logro de la felicidad?

Prudencia, virtud y placer. Lo que importa es hallar la justa medida y mezcla de los tres. La prudencia es una virtud intelectual (dianoética) orientada a la práctica; la virtud, un hábito emotivo y práctico que elige la conducta mejor y aspira al ideal de un equilibrio dinámico del carácter, según el ejemplo de lo que haría en cada caso y según la circunstancia el hombre prudente.
Hay que tener en cuenta que los placeres más puros son los intelectuales, los de la vida contemplativa, éstos se pueden sostener durante toda la vida y carecen de efectos indeseables. Así que lo que puede hacer más feliz al hombre es el bios theoretikós, la vida contemplativa e inteligente, porque el entendimiento es lo más excelente que hay en nosotros y obra bien quien obra según su mejor parte, entendiendo lo que hace.

9. Crítica desde Aristóteles de la consideración de la bondad o maldad natural del humano.

Los seres humanos no sólo tenemos un temperamento heredado, innato, con tales y cuales disposiciones, como el color del pelo, el sexo, la estructura física o la predisposición a la actividad o la pasividad, la introversión o la extraversión, sino que, contando con nuestras disposiciones naturales y a partir de ellas, desarrollamos, ejerciendo con esfuerzo nuestra libertad, un carácter (ethos) personal.

Éticamente, somos lo que hacemos, lo que decidimos hacer, convirtiendo nuestras acciones repetidas en hábitos o costumbres morales. Por ejemplo, uno se hace generoso practicando la generosidad, o sea, realizando acciones generosas, hasta que ese desprendimiento se convierte en hábito. Por consiguiente, nadie es malo o bueno por naturaleza (sólo los racistas, los sexistas o los homófobos afirmarían lo contrario), sino que alguien llega a ser bueno o malo según sus particulares decisiones y costumbres, que han de atender a la justa medida y al ejemplo del hombre prudente (una entelequia, arquetipo o ideal ético).

10. La autoestima como condición de la amistad

Uno de los hallazgos, psicológico y moral, de Aristóteles, en su análisis de la amistad (libros VIII y XIX), consiste en haberse dado cuenta de que el amor propio (filautía) es condición de la amistad (filía), así como ésta es condición de la vida política feliz.

No se debe confundir este amor propio con el egoísmo. La filautía consiste en quererse bien a uno/a mismo/a, y esto significa estar dispuesto/a a desarrollar lo más noble de cada naturaleza.

Es evidente que el que no se aprecia a sí mismo acaba siendo fácilmente despreciado por los demás. La conservación de la autoestima y el sentido de la propia dignidad, como seres libres y racionales, como fines y no como medios, es fundamento de una relación equilibrada y satisfactoria con los demás.

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Epicteto de Frigia fue esclavo liberto antes de ejercer como maestro estoico

11. "La felicidad es una opinión" Epicteto.

Resulta difícil interpretar esta enigmática frase. Tal vez sea más fácil si la ponemos en relación con esta otra: "Nada es en realidad agradable o desagradable por naturaleza; todas las cosas son agradables o desagradables a causa del hábito".

Nuestras creencias, ideas e ideales, nuestros juicios, que son hábitos de la mente, generan, modifican y conservan nuestros estados del ánimo, influyen en nuestro modo de sentir y padecer, y no otra cosa es la felicidad, sino el modo alegre en que sentimos o padecemos una actividad propia o ajena. Así, un optimista ve el vaso medio lleno, mientras que un pesimista lo ve medio vacío...

Para Epicteto, la felicidad no depende de lo externo, sino de lo interior, de la libertad íntimo, que se gana reduciendo o eliminando los deseos.

12. Cosmopolitismo y fatalismo estoico

Con el antecedente oriental del budismo, los estoicos elaboraron por primera vez en Occidente una noción universal de humanidad, ecuménica (ecumenismo, de ecumene, mundo habitado). Aspiran a rehacer la sociedad a una escala cósmica, cosmopolita (de cosmos, mundo y polites, ciudadano), según sus ideales racionales, socráticos, que consisten en vivir de acuerdo a los dictados de la naturaleza. Pero estos dictados resultan ser tan férreos e invulnerables que no es posible contravenirlos: a quien no sigue "libre"  los imperativos de la naturaleza, al que no se acomoda con serenidad conforme a ellos, la naturaleza lo somete o destruye a la fuerza (fatalismo estoico).

La mayoría de los estoicos -como me recuerda Lucía- tuvieron un pensamiento fatalista, que se libraba del pesimismo por acostarse con el providencialismo (tal vez deísta). La ley del universo (Lógos) es en efecto inexorable pero busca el mayor bien del conjunto, de este modo se justifican los males particulares: "no hay mal que por bien no venga". Por eso hay que aceptar con buen ánimo y serenidad las desgracias de la vida. No existe la libertad exterior, pues no podemos cambiar el orden del universo, y cada día que vivimos es de la muerte. Pero sí la libertad interior de aceptar conscientemente nuestro destino.

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