jueves, 16 de abril de 2020

DISCRECIÓN E IMPASIBILIDAD. ESTILPÓN DE MEGARA

Estilpón de Mégara - Wikipedia, la enciclopedia libre
Estilpón o Stilphon o Stilfón de Megara, filósofo, discípulo de Euclides

LA DISCRECIÓN DEL GOBERNANTE

 En las instrucciones para bien gobernar Córdoba, que le da el humanista murciano Francisco Cascales (Murcia 1563-1642)  al recién nombrado alcalde, Pedro Ferrer, allá por 1626, después de hacer el elogio de “la más noble ciudad de España”, colonia patricia y patria de Marcial, de los dos Sénecas y de Lucano, y tras anunciarle que “el gran cargo es también gran carga”, el erudito murciano recomienda las virtudes que deben honrar a cualquier autoridad, entre ellas, la igualdad de trato ante la ley de poderosos y humildes.


Aconseja Cascales al alcalde reducir las causas de los delitos como acción más eficaz que castigarlos: los juegos de azar (tablajería), la prostitución, la estafa, la usura..., que hacían estragos en aquella época como en la nuestra. Sugiere clemencia, pero no impunidad, y le advierte frente a la difamación y la injuria, porque “cada ciudadano es un fiscal, es un Satanás, que está con el índice maldito de la lengua apuntando, notando, murmurando…”. La mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino que debe parecerlo. Discreción. ¡Disimule sus vicios, si algunos tuviere –pide Cascales al joven alcalde-, que ninguno puede parecer justo, que al mismo tiempo no sea prudente!

Cita a este respecto el caso de Estilpón, filósofo megárico próximo al cinismo antiguo, pero que, al contrario que sus colegas de la secta del perro, asumió responsabilidades públicas. Era alabado por sus colegas y amigos, no sólo por sus agudezas y ajustadas opiniones, sino porque siendo por naturaleza muy inclinado al vino y a las mujeres jamás lo pillaron borracho ni se vio en él rastro de lujuria. O la tenía bien satisfecha, porque dice el doxógrafo Diógenes Laercio (h. 180-240) que contaba con esposa y además mantenía una concubina.

ESTILPÓN DE MEGARA

 Estilpón nació hacia 380 a. C. Platón le reprochó limitar el discurso a las proposiciones idénticas: “el hombre es hombre”, “lo bueno es lo bueno”. Enseñó en Atenas hacia el 320 a. C. Luego, no sabemos por qué, fue expulsado de la capital del Ática. De los nueve diálogos que dicen que escribió, no nos ha quedado nada. Sabemos que fue paisano y discípulo de Euclides, que a su vez fue discípulo de Sócrates y, según Diógenes Laercio, su elocuencia tuvo tal éxito que atrajo y “robó” alumnos de otras escuelas áticas, incluidas la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, o sea de las consideradas “Escuelas socráticas mayores”. Tal vez fuera por eso por lo que tuvo que abandonar la ciudad de Atenea. O porque Intervino en la política y fue favorecido por el rey de Egipto, Ptolomeo Sóter, quien le invitó sin éxito a viajar a su corte del Nilo. Estilpón tuvo por discípulo a Menedemo, fundador de la Escuela Eretria.

Según Eusebio, Estilpón condenaba como los eleatas la antividad de los sentidos, que ofrecen meras apariencias, y sostenía que sólo había que fijarse en la razón. Plutarco afirma que fue el tercer escolarca (director) de la Escuela Megárica fundada por Euclides, discípulo de Sócrates. Por tanto, la Escuela de Megara es una “escuela socrática menor”, que se volcó sobre todo hacia la lógica y hacia la erística (el arte de la discusión, de la controversia o argumentación polémica), aunque también contaba con intereses éticos y metafísicos. En su ontología parece que siguieron la tradición eléata de Jenófanes y Parménides. El estoicismo tomó de los megáricos su afición a las paradojas. 
Euclides de Megara by Maria Miranda - issuu

EDUCACIÓN E IMPASIBILIDAD DEL ALMA

 Cuentan que Estilpón tuvo una hija bastante golfa. Un cínico maledicente le afeó al filósofo el comportamiento de su hija argumentando que le servía de oprobio, pues lo avergonzaba. A lo cual respondió: “No me será ella de tanto oprobio a mí, como yo de honra a ella”. ¡Eso es pensar en positivo![1]. También Plutarco refiere a la hija disoluta de Estilpón en su tratado “Sobre la paz del alma” (Moralia VII), y a que eso no le impedía llevar la vida más placentera de los filósofos de su tiempo. Cuando Metrocles le censuraba por su hija, Estilpón respondía: “¿Es mi falta o la de ella?”. “Es su falta –decía Metrocles-, pero tu desgracia”. “¿Cómo dices? ¿No son las faltas también deslices?”, dijo Estilpón. “Muy cierto”, consintió Metrocles. “¿Pero los deslices no son también fracasos de quienes sufrieron aquellos?”. Estuvo de acuerdo Metrocles. De este modo –concluye Plutarco- con un razonamiento manso demostró Estilpón que la maledicencia del cínico era un vano ladrido.

Cuando Demetrio Poliorcetes, hijo de Antigono Gonatas general de Alejandro el Grande, y heredero de Grecia y Macedonia arrasó y saqueó Megara, quiso devolverle a Estilpón lo que la soldadesca le había quitado en el pillaje y le pidió una lista de sus bienes. La respuesta del filósofo se ha hecho célebre: “yo nada he perdido, pues nadie me ha quitado mi ciencia; y poseo aún toda mi elocuencia y erudición”. Recordando esta anécdota (en varios lugares de sus Moralia), Plutarco comenta: “La guerra no somete a pillaje la virtud”. A mi juicio, se trata de una afirmación demasiado optimista, "buenista" -diríamos hoy. 

A falta de textos, son estas anécdotas, como en el caso de los cínicos, las que reflejan una peculiar actitud ética. En este caso, muy próxima al socratismo; hay que recordar la respuesta de Sócrates en el Gorgias cuando le preguntan si no le gustaría tener los poderes del Gran Rey de Persia, y Sócrates responde que no lo sabe porque no sabe cuál es su educación (paideia). Werner Jaeger pone la anécdota antes referida de Demetrio y Estilpón como modelo de educación socrática. Lo que responde el filósofo a Demetrio es: “La paideia no se la ha llevado nadie de mi casa”; la educación como conocimiento es formación de la mente en el vislumbre del bien (frónesis), como meta de la vida propiamente humana. El hombre ha nacido para la educación y esta es su único patrimonio verdadero.

Incluso con respecto a los dioses, símbolos de las fuerzas de la naturaleza y el hado, Estilpón se muestra impasible: Plutarco en su tratadito sobre “Cómo percibir los propios progresos en la virtud” cuenta que Estilpón creyó haber visto en sueños a Posidón, el dios de los mares y océanos, irritado con él porque no le había sacrificado un buey, y que el filósofo sin asustarse le dijo: ¿Qué estás diciendo, oh Posidón?, ¿vienes quejándote como un niño, porque yo no llené, endeudándome, la ciudad del olor a grasa de las víctimas, sino que te hice un sacrificio moderado con las cosas que tenía en casa?”. Le pareció entonces que Posidón sonreía, que le daba la mano y prometía a los megarenses abundancia de anchoas. Tiene Plutarco este buen sueño del megarense como prueba y "resplandor" de su progreso moral.

UNIDAD DE LA VIRTUD (ARETÉ) Y SUFICIENCIA DEL SABIO

Ningún historiador ha sido capaz de determinar la concepción moral de los megáricos, que se hicieron notar sobre todo por el famoso “argumento dominador” de Diodoro Cronos, considerado el más dialéctico discutidor de los filósofos (διαλεκτικώτατος), con el que arremetía directamente contra el concepto aristotélico de potencia, reduciendo la posibilidad a necesidad y considerando el movimiento como racionalmente ininteligible. También son recordados los megáricos por la famosa paradoja de Eubúlides de Mileto, discípulo y sobrino de Euclides de Megara: “Si un hombre afirma que está mintiendo. ¿Es verdadero o falso lo que dice?”. Cualquier respuesta a esta pregunta está condenada a la contradicción.

Herederos de los eléatas, los megáricos acusaron sin embargo la influencia de Sócrates en la sustitución del Ser de Parménides por el Bien moral, un principio teórico por otro práctico. Para los megáricos, la virtud es una sola, aun llamada con muchos nombres[2]. La ética de Estilpón parece resultar de una especie de cinismo moderado y elegante, menos agresivo que el de Diógenes de Sínope y Crates y que pacta con las convenciones sociales. Ni siquiera podemos considerarle por ello representante fiel de la Escuela de Megara. Sin embargo, como los cínicos, exaltaba los valores socráticos de la autarquía y la autonomía. Según Estilpón, el sabio se basta a sí mismo. Esta autosuficiencia le hace incluso independiente del dolor (no extraña su influencia en un estoico tan insensible al dolor como Epícteto). No necesita de amigos, porque “todos los bienes van conmigo”. En este desprecio de la amistad, tan contrario al socratismo epicúreo, por ejemplo: “los megáricos son los menos socráticos de los menores” (Salvador Feliu).

Hay quien afirma que Zenón de Citio, fundador del estoicismo en el 300 a. C. fue discípulo de Estilpón. Tal vez fuera el de Megara primero en desarrollar el concepto de autosuficiencia en el sentido de “apatía” o imperturbabilidad del alma. Murió ya viejo, enfermo y acelerando su fin gracias al vino.

Bibliografía

Feliu, Salvador. Socráticos menores (cínicos, cirenaicos y megáricos), Universidad de Valencia, 1977.
Guthrie. Historia de la Filosofía griega, III, Gredos Madrid 1988.
Jaeger, Werner. Paideia, FCE, trad. J. Xirau, W. Roces, 1957.
Plutarco. Moralia, VII, XI, Gredos, Madrid.
  
Notas





[1] También cuentan que su amigo Crates el cínico de Tebas casó a las dos hijas que tuvo de la famosa Hiparquia con dos de sus discípulos, dándoselas a prueba treinta días antes de la boda.
[2] Igualmente, Platón admitía la justicia como síntesis unitaria de templanza, coraje y prudencia, como un acorde musical obtenido por la fusión de tres notas, relativas cada una de ellas a una parte del alma: templanza de lo apetitivo, coraje de lo emotivo y prudencia de lo racional. La justicia como su equilibrio dinámico.

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