Estilpón o Stilphon o Stilfón de Megara, filósofo, discípulo de Euclides |
LA DISCRECIÓN DEL GOBERNANTE
Aconseja Cascales
al alcalde reducir las causas de los delitos como acción más eficaz que
castigarlos: los juegos de azar (tablajería), la
prostitución, la estafa, la usura..., que hacían estragos en aquella época como en la nuestra. Sugiere clemencia, pero no impunidad, y le
advierte frente a la difamación y la injuria, porque “cada ciudadano es un
fiscal, es un Satanás, que está con el índice maldito de la lengua apuntando,
notando, murmurando…”. La mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino que
debe parecerlo. Discreción. ¡Disimule sus vicios, si algunos tuviere –pide Cascales
al joven alcalde-, que ninguno puede parecer
justo, que al mismo tiempo no sea prudente!
Cita a este
respecto el caso de Estilpón, filósofo megárico próximo al cinismo antiguo,
pero que, al contrario que sus colegas de la secta del perro, asumió responsabilidades públicas. Era alabado por sus colegas y
amigos, no sólo por sus agudezas y ajustadas opiniones, sino porque siendo por
naturaleza muy inclinado al vino y a las mujeres jamás lo pillaron borracho ni
se vio en él rastro de lujuria. O la tenía bien satisfecha, porque dice el
doxógrafo Diógenes Laercio (h. 180-240) que contaba con esposa y además mantenía una concubina.
ESTILPÓN DE MEGARA
Según Eusebio,
Estilpón condenaba como los eleatas la antividad de los sentidos, que ofrecen meras apariencias, y sostenía que sólo había que
fijarse en la razón. Plutarco afirma que fue el tercer escolarca (director) de
la Escuela Megárica fundada por Euclides, discípulo de Sócrates. Por tanto, la
Escuela de Megara es una “escuela socrática menor”, que se volcó sobre todo
hacia la lógica y hacia la erística (el arte de la discusión, de la
controversia o argumentación polémica), aunque también contaba con intereses
éticos y metafísicos. En su ontología parece que siguieron la tradición eléata
de Jenófanes y Parménides. El estoicismo tomó de los megáricos su afición a las
paradojas.
EDUCACIÓN E IMPASIBILIDAD DEL ALMA
Cuando Demetrio
Poliorcetes, hijo de Antigono Gonatas general de Alejandro el Grande, y
heredero de Grecia y Macedonia arrasó y saqueó Megara, quiso devolverle a
Estilpón lo que la soldadesca le había quitado en el pillaje y le pidió una
lista de sus bienes. La respuesta del filósofo se ha hecho célebre: “yo nada he
perdido, pues nadie me ha quitado mi ciencia; y poseo aún toda mi elocuencia y
erudición”. Recordando esta anécdota (en varios lugares de sus Moralia), Plutarco comenta: “La guerra
no somete a pillaje la virtud”. A mi juicio, se trata de una afirmación demasiado optimista, "buenista" -diríamos hoy.
A falta de textos, son estas anécdotas, como en
el caso de los cínicos, las que reflejan una peculiar actitud ética. En este
caso, muy próxima al socratismo; hay que recordar la respuesta de Sócrates en
el Gorgias cuando le preguntan si no
le gustaría tener los poderes del Gran Rey de Persia, y Sócrates responde que
no lo sabe porque no sabe cuál es su educación (paideia). Werner Jaeger pone la anécdota antes referida de Demetrio
y Estilpón como modelo de educación socrática. Lo que responde el filósofo a
Demetrio es: “La paideia no se la ha llevado nadie de mi casa”; la educación
como conocimiento es formación de la mente en el vislumbre del bien (frónesis),
como meta de la vida propiamente humana. El hombre ha nacido para la educación
y esta es su único patrimonio verdadero.
Incluso con
respecto a los dioses, símbolos de las fuerzas de la naturaleza y el hado, Estilpón
se muestra impasible: Plutarco en su tratadito sobre “Cómo percibir los propios
progresos en la virtud” cuenta que Estilpón creyó haber visto en sueños a
Posidón, el dios de los mares y océanos, irritado con él porque no le había
sacrificado un buey, y que el filósofo sin asustarse le dijo: ¿Qué estás
diciendo, oh Posidón?, ¿vienes quejándote como un niño, porque yo no llené,
endeudándome, la ciudad del olor a grasa de las víctimas, sino que te hice un
sacrificio moderado con las cosas que tenía en casa?”. Le pareció entonces que
Posidón sonreía, que le daba la mano y prometía a los megarenses abundancia de
anchoas. Tiene Plutarco este buen sueño del megarense como prueba y "resplandor" de su progreso moral.
UNIDAD DE LA VIRTUD (ARETÉ) Y SUFICIENCIA DEL SABIO
Ningún
historiador ha sido capaz de determinar la concepción moral de los megáricos,
que se hicieron notar sobre todo por el famoso “argumento dominador” de Diodoro
Cronos, considerado el más dialéctico discutidor de los filósofos (διαλεκτικώτατος), con
el que arremetía directamente contra el concepto aristotélico de potencia,
reduciendo la posibilidad a necesidad y considerando el movimiento como
racionalmente ininteligible. También son recordados los megáricos por la famosa
paradoja de Eubúlides de Mileto, discípulo y sobrino de Euclides de Megara: “Si
un hombre afirma que está mintiendo. ¿Es verdadero o falso lo que dice?”. Cualquier
respuesta a esta pregunta está condenada a la contradicción.
Herederos de
los eléatas, los megáricos acusaron sin embargo la influencia de Sócrates en la
sustitución del Ser de Parménides por el Bien moral, un principio teórico por otro
práctico. Para los megáricos, la virtud es una sola, aun llamada con muchos
nombres[2].
La ética de Estilpón parece resultar de una especie de cinismo moderado y
elegante, menos agresivo que el de Diógenes de Sínope y Crates y que pacta con
las convenciones sociales. Ni siquiera podemos considerarle por ello
representante fiel de la Escuela de Megara. Sin embargo, como los cínicos,
exaltaba los valores socráticos de la autarquía y la autonomía. Según Estilpón,
el sabio se basta a sí mismo. Esta autosuficiencia le hace incluso
independiente del dolor (no extraña su influencia en un estoico tan insensible
al dolor como Epícteto). No necesita de amigos, porque “todos los bienes van
conmigo”. En este desprecio de la amistad, tan contrario al socratismo epicúreo,
por ejemplo: “los megáricos son los menos socráticos de los menores” (Salvador
Feliu).
Hay quien
afirma que Zenón de Citio, fundador del estoicismo en el 300 a. C. fue
discípulo de Estilpón. Tal vez fuera el de Megara primero en desarrollar el concepto
de autosuficiencia en el sentido de “apatía” o imperturbabilidad del alma. Murió ya viejo, enfermo y
acelerando su fin gracias al vino.
Bibliografía
Feliu, Salvador. Socráticos
menores (cínicos, cirenaicos y megáricos), Universidad de Valencia, 1977.
Guthrie. Historia de
la Filosofía griega, III, Gredos Madrid 1988.
Jaeger, Werner. Paideia, FCE, trad. J. Xirau, W. Roces,
1957.
Plutarco. Moralia,
VII, XI, Gredos, Madrid.
Notas
[1] También
cuentan que su amigo Crates el cínico de Tebas casó a las dos hijas que tuvo
de la famosa Hiparquia con dos de sus discípulos, dándoselas a prueba treinta
días antes de la boda.
[2] Igualmente, Platón admitía la justicia como síntesis unitaria de templanza, coraje y
prudencia, como un acorde musical obtenido por la fusión de tres notas,
relativas cada una de ellas a una parte del alma: templanza de lo apetitivo,
coraje de lo emotivo y prudencia de lo racional. La justicia como su equilibrio
dinámico.
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